El atentado suicida frustrado en el templo de Karnak, en Luxor, hace temer una nueva caída del turismo y de las inversiones en Egipto, que intenta recuperarse después de cuatro años de caos político y económico.
La fiscalía y testigos contradijeron este jueves lo afirmado por la policía sobre lo ocurrido en Luxor, afirmando que los atacantes habían ingresado libremente en el estacionamiento en el que los turistas bajan de los autobuses para ir al templo.
Este jueves, en las calles de la ciudad había más policías que turistas, en particular cerca de los numerosos sitios arqueológicos.
Según la versión policial, el miércoles por la mañana, al menos tres hombres entraron en el amplio aparcamiento del templo de Karnak, uno de los lugares más famosos de la época de los faraones.
Detenidos en un control policial, a unos 40 metros de la entrada del templo, los agentes les hicieron abrir el baúl del vehículo y constataron que había dos bolsas sospechosas.
Dos de ellos sacaron entonces un arma y las fuerzas de seguridad abrieron fuego, matando a uno e hiriendo al segundo de gravedad. El tercero murió al hacer detonar su chaleco explosivo.
La policía, que está muy presente en los sitios turísticos de Egipto desde una oleada de atentados en los años 1990, retuvo en el templo a los turistas presentes en el momento de los hechos, 604 en total, para garantizar su seguridad.
El presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi elogió inmediatamente "la actuación de las fuerzas de seguridad que desbarataron este atentado" y el ministro de Turismo recalcó el "heroísmo" y el "trabajo vigilante de los policías".
No obstante, este jueves, la fiscalía de Luxor, basándose en los primeros datos y testimonios de la investigación, afirmó que los atacantes "se hicieron pasar por turistas y entraron en el estacionamiento del templo porque no se habían llevado a cabo los registros de seguridad apropiados".
Según declaró a la AFP el fiscal de Luxor Wael Abu Daif, quien supervisa la investigación sobre lo ocurrido el miércoles, después de que el taxi en el que habían llegado estacionó, los atacantes se sentaron "a una mesa de la terraza de un bar para esperar que llegara un grupo de turistas que pudieran atacar".
"El chofer del taxi fue a ver a un sargento de policía para decirle que tenían una actitud sospechosa. El sargento fue al bar a decirles que abrieran los bolsos que tenían. Uno se hizo estallar y empezaron los disparos", agregó el fiscal.
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