Columna


Nada pasa

ALFONSO MÚNERA CAVADÍA

24 de junio de 2009 12:00 AM

ALFONSO MÚNERA CAVADÍA

24 de junio de 2009 12:00 AM

Gravísimas las conclusiones del informe del relator especial de las Naciones Unidas para la ejecuciones extrajudiciales, Philip Alston, sobre los llamados “falsos positivos”, uno de los crímenes de lesa humanidad más espantosos de la historia moderna de América latina. En su conjunto fueron asesinados, con participación de miembros de las Fuerzas Armadas de Colombia, cientos de jóvenes inocentes, para obtener recompensas, que en algunos casos podían limitarse a unas vacaciones. Así de terrible e infame es esta otra página de la violencia nacional. El relator destacó que las ejecuciones extrajudiciales de civiles en Colombia fueron incentivadas por la práctica de recompensas del Gobierno. Y agregó que: “las cantidades mismas de casos, su repartición geográfica y la diversidad de unidades militares implicadas, indican que éstas (las ejecuciones) fueron llevadas a cabo de manera sistemática, por una cantidad significativa de elementos dentro del Ejército.” Es posible que conclusiones tan duras contra el Estado colombiano no provoquen en nuestro medio nada distinto a las habituales e irresolutas investigaciones a que nos tienen acostumbrados. Y, seguramente, no pasará de ser una noticia más en un país donde las estadísticas de los asesinatos parecen ser el resultado de otro deporte más. Los partidarios del Presidente, particularmente los más instruidos, encontrarán, como siempre lo hacen, los argumentos adecuados para exculpar al Gobierno, de modo que en nada alterará la devoción que sienten por su caudillo. Lo que sí es innegable es que dicho informe es otro golpe de efectos impredecibles para el prestigio y la imagen, bastante deteriorada ya, del presidente Uribe en el exterior. Puede que aquí hayamos llegado al punto en que a la mayoría de los colombianos los deje indiferentes semejante crimen, no así en el resto del mundo. Que haya habido una participación sistemática de las fuerzas armadas en asesinatos de civiles inocentes es una denuncia que producirá alarma y repudio mundial contra un gobierno que tolera semejantes actuaciones. La violencia no cesa y amenaza con destruir lo poco bueno que le queda a Colombia como nación. Al lado de los “falsos positivos” hay toda clase de hechos violentos en los que se asesinan bebes recién nacidos, mujeres parturientas, ancianos indefensos y profesionales honestos. No es sino mirar lo que sucede día tras día en Cartagena, en la histórica y turística ciudad. No en sus barrios sofisticados de apartamentos y casas de precios escandalosos, sino en sus arrabales de miseria y en sus sectores de clase media. Los asesinatos en las calles de Cartagena no paran. La prensa y los ciudadanos se quejan a toda hora de la falta de autoridad, pero nada pasa. Al contrario, semana tras semana los crímenes aumentan. ¿De qué sirve -me pregunto- tanta alharaca sobre los triunfos de la seguridad democrática, si los cartageneros no pueden asomarse ya a las puertas de sus casas sin el miedo a ser asesinados? Lo más terrible, lo más angustioso, insisto, es que, dígase lo que se diga, nada pasará: el Presidente seguirá hablando de sus grandes triunfos y de las calumnias de la oposición. amunerac@yahoo.com

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