Columna


Obama ¿dónde está?

HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA

21 de junio de 2009 12:00 AM

HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA

21 de junio de 2009 12:00 AM

Con cinco meses de gobierno, los progresistas están desencantados, la derecha lo ataca y los periodistas no ven resultados. ¿Será que Obama no es sino discurso, como decían sus opositores? Pues no. Su logro mayor ha sido el cambio del discurso- del contenido y del tono en el debate doméstico y mundial. Con Bush vivimos el simplismo de la agenda provinciana y sectaria que desde Reagan es el programa republicano. La política interna bajo Bush fue moralista; la voluntad de Dios sobre la ley humana; Biblia en vez de ciencia; familia cristiana sin gays y sin abortos; blancos laboriosos sin pobres perezosos; mucho capital y poco Estado; y muy poca cultura, con mucho patriotismo. Y la política exterior se redujo al dilema: amigo o enemigo en la cruzada contra el terrorismo. Los resultados fueron desastrosos. La peor recesión en 70 años, una guerra inganable donde no era, una concentración de la riqueza similar a la del salvaje siglo XIX, y un país misionero sin poder moral. Tan desastrosos fueron esos resultados que una persona negra ganó las elecciones. Pero no ganó por aferrarse al simplismo contrario -el de izquierda- sino por su pensamiento complejo en un mundo harto de simplezas y simplificaciones. Obama es el examen racional y el argumento razonado, el rigor intelectual y la apertura a las ideas. Busca a los que saben; no insulta, sino que oye. - Para enfrentar la recesión, reunió a tres generaciones de estudiosos y usa las herramientas más aptas de los viejos y los nuevos keynesianos. Va más allá del ciclo recesivo: trata de recuperar la competitividad amenazada de la economía norteamericana mediante inversiones inmensas en infraestructura, educación y un salto futurista hacia industrias verdes y energías alternativas. - Su seguridad nacional busca salir de la guerra que no era, para atender la que sí es. Salir de Iraq para buscar a Bin Laden en Afganistán. Y delimitar con precisión al enemigo, Al Qaeda, y no a los 1.200 millones de musulmanes. Por eso su discurso en El Cairo, su distancia de Israel y su cuidado en evitar que el envainado presidente de Irán se envuelva en la bandera antiimperialista. - Para mermar la iniquidad en el ingreso, Obama crea 600 mil empleos en tres meses, extendiendo el seguro de desempleo o aumentando en una tercera parte la jornada en las escuelas públicas. En un país que gasta el 19% de su PIB en salud y donde hay 42 millones de personas sin amparo, inició la batalla por un seguro público que logre lo que ni Clinton ni Ted Kennedy lograron. - En Trinidad o en París, en Ottawa o en Bagdad, Obama oyó con respeto y habló con razones, admitió los errores del pasado y ofreció el regreso al DIH. Ello comienza a devolverle el liderazgo moral que perdió su país. Las lagunas son enormes. Hay 15 millones de desempleados y un déficit fiscal equivalente a 12 puntos del PIB. Irak y Afganistán más Pakistán -por no añadir Corea del Norte o Palestina- siguen en las mismas. Los progresistas no perdonan la tibieza de Obama acerca de las torturas o los homosexuales. Cheney lo acusa casi de traición a la patria. Y en las calles –un síntoma infalible- corren ya chistes sobre la indecisión del Presidente. Y sin embargo dijo Derrida que fuera del discurso nada existe. Obama cambió el mundo, si uno lo mira bien. hergomez@gmail.com www.razonpublica.org.co

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