El juez perfecto

El juez terrenal tiene muchas desventajas para trabajar: aunque su labor esa administrar justicia, comete muchos errores, ya que el ser humano falla y debemos reconocer sus imprecisiones y perdonarlo. A continuación describimos unas de ellas:
No puede ser completamente objetivo.
No defiende la injusticia y favorece al condenado.
La apariencia o importancia del demandado puede influenciarlo.
Actúa de acuerdo con el resentimiento o conveniencia e imparte justicia sin medir consecuencias futuras.
Los sobornos, u otras consideraciones más sutiles, podrían afectar su juicio.
No siempre puede saber si un testigo miente, oculta la verdad o la oscurece.
Puede ser sincero, pero impreciso.
No puede saber en todo tiempo los motivos de aquellos a quienes trata.
Aun el polígrafo, o detector de mentiras, puede ser engañado y confundido.
El Juez perfecto es Jehová y goza de todos los atributos y privilegios.
He aquí algunas de sus cualidades como juez supremo del universo:
Tiene un conocimiento absoluto de todos los actos, pensamientos y motivos de sus criaturas.
Puede juzgar los secretos del corazón, porque los conoce al detalle.
Conoce toda la verdad y nada se le puede ocultar, por su rectitud.
Cuando juzga, no hace acepción de personas y trata a cada uno con imparcialidad y como debe ser.
Conoce la capacidad mental con la que cada uno está dotado y sanciona con justicia al verdadero culpable.
Tiene conocimiento de la fortaleza moral de cada uno de sus descendientes.
Entonces, recapacitemos antes de juzgar. Pidámosle a Dios sabiduría, porque el juez de toda la tierra es un juez correcto y su justicia será, de acuerdo con la verdad y, por lo tanto, absolutamente perfecta. Romanos 2: 1-2.
Traten de imitarlo aquellos que imparten justicia, para no tener cargos de conciencia, ni decisiones que lamentar más tarde.