Durante una rueda de prensa, a raíz de los estragos ocasionados en Cartagena por parte del huracán Johán, y más precisamente en una de las orillas con población de negros, los ciudadanos estuvieron preguntando, de manera muy cándida, el motivo por el cual aquellos sectores nunca tuvieron tajamares. Alguien de los ahí presentes pegó un grito: ¿Cómo se les ocurre que Cartagena le va a poner protección con tajamares a unos negros? Nunca, en ningún momento, Cartagena ha disimulado su menosprecio para con la raza negra. La noche del 26 de los corrientes, al interior del Museo de Historia, o Palacio de la Inquisición,se creía que la entrega del premio al concurso “Pinte usted a Blaz de Lezo”, otorgado a René julio Castillo, sería de otros matices, de mayor relevancia. Pero al acto le asignaron un apretadero, y con un calor de los mil demonios, donde no había donde sentarse. No se estuvo presenciando lo de un salón más digno, tratándose de la historia de Cartagena, cuando en otras ocasiones, tales actos en ese carácter, van imbuidos de toda la pompa oropel requerida. A lo mejor porque el ganador, René Julio Castillo, no pertenecía al rancio abolengo de la “nobleza de gotera”. Donde a su vez el ganador jamás ha hecho parte de lo eternamente manejándose en Cartagena como es la aberrante cosa esa del preferencialismo, en lo amiguero del Comité de Aplausos, con lo del compadrazgo pueblerino. Ni mucho menos con la élite de la izquierda de los camaradas. Dado que aquí los funcionarios públicos viven convencidos de que están en esos puestos solo para llenarse de dinero. Ya que ha sido algo regalado por la divina providencia donde la divina providencia tuvo que pedirle permiso al crapulaje de padrino dueño de la divina providencia y de las instituciones. De ahí el que se sientan en un trono de jerarquizados y excluyentes importándoles un soberano bledo el constituyente primario. Por eso al acto de premiación de la noche del jueves 26 de octubre ha sabido llegar atrasadísimo su majestad el alcalde, y para decir estupideces, como él acostumbra. La última vez, durante a un acto en lo referente a África, estuvo emitiendo unos sonidos y balbuceos ---de tierra trágame---frente a organismos internacionales donde él, personalmente, le pedía “perdón a los negros por todo el daño que le hemos ocasionado”. Cualquiera podía pensar que era un comisionado del Buckingham Palace. Siendo que su árbol genealógico deriva de esclavos negros Congos de andar curvo de Getsemaní. Pero, no, él no tiene la culpa. Llega a ser algo padecido aquí por centurias donde se le cumple aquella orden imperativa al amo de la conquista con lo de desaparecer al negro. Al mismo sequito de seudo-periodismo deleznable y provinciano con el que siempre ha contado este tipo de funcionarios les ha tenido sin cuidado –lo de aquel asunto de la historia—, ya que con las mismas que llegaron se fueron. Su preocupación consistía en cubrir toda suerte de sandeces a la grandeza de alcalde que tenemos. Siguiéndoles más atrás la acostumbrada horda de locutores quienes en un insólito babeo persisten en su acto de lamedores. Ya no se le puede estar echando las culpas a Cartagena. Cerremos fila en torno a incondicional afecto, por favor, para con lo poco que queda de la otrora edénica estancia como llega ser esta Cartagena traicionada, pisoteada, ultrajada y ofendida con saña por parte de quienes nunca se la han merecido. Viéndosele a la misma desdentada, sus faldas ya raídas, porque la pobrecita…no era….”y de Castilla”. Todo un componente en mediocridad de miserbilistas que ya la llevan a sucumbir en poza séptica rodeada de sus hipocresías. Puede sentirse tranquilo el ganador oriundo del repudiado gueto de negros de Getsemaní (ahora me sale alguno reclamando que Getsemaní no es de negros), quien felizmente carece de los “privilegios” con que cuenta la misma escoria consuetudinaria de honorables saqueadores del erario, los cuales no dejarán de encontrarse ----ayudados--- por algunos escritores y brillantes intelectuales que les permanecen enarbolando, de manera vertiginosa, a títulos de historiadores, e investigadores. Pero llegando a ser lo más oprobioso, donde esos escritores y brillantes intelectuales se atreven condecorar a semejante basurero a partir de los sagrados nombres de muchos de nuestros altísimos valores en literatura y poesía. Lógico, previa sobada de dinero bajo la mesa por parte de aquellos facinerosos honorables. Algo de lo que se ha librado el ganador René Julio Castillo….¿Cómo se les ocurre que Cartagena le va a poner protección con tajamares a unos negros?
Nombre:PEDRO
Apellidos:JULIO
Cédula:9.070.771 de Cartagena.
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