Columna


450 años

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

18 de enero de 2014 12:02 AM

En este 2014 que tantas esperanzas genera tenemos muchas posibilidades. Ha comenzado con excesos de comida y alcohol,  sueños de bienestar, proyectos y promesas. Corridas de toros, béisbol, festival de música clásica, el hay festival, las hermosas madrugadas de la Popa, y los eventos electorales que soportan el sistema. Pero en especial por las ganas de cada uno por mejorar. También 2014 tiene especial significación con los 450 años del nacimiento de William Shakespeare, que tiene permanencia vital.

Shakespeare, es el  emperador del alfabeto, el dueño de la música de los  significados. Hacer su biografía es tratar de enumerar el infinito con palabras. El Eclesiastés con la humildad calculada del preferido de Dios, que alabó la aventura que transcurre entre la vigilia y el sueño.

“El Globo” donde el cisne de  Avon parió colosales apuntes sobre la condición humana, es el  teatro por excelencia. Los ingleses que diferencian el esplendor y  la  música de los oropeles, exaltan la importancia del escenario. 

Intuir la condición mortal de  Shakespeare es una imposibilidad, aún más, una inutilidad. Porque fue César y Julieta, Macbeth y Cordelia. Fue  Shylock y 154 sonetos, fue Ofelia y la tempestad. Actor que fue, así mismo, el marido de Anne Hathaway. Si el universo son palabras tendremos que referirnos a él. Si la vida es una trama verbal,  confesaremos que solo somos, una copia más burda que fiel, de Shakespeare. Si el Juicio final  es escrito, ya sabemos que es el  juicio del  bardo de Avon.  

Su vanidad se descara, cuando dice: “Invitadme a hacer un discurso y encantaré vuestros oídos”. “Dadme nada más que bellas palabras, el resto es silencio”.

Al alabar su propia poesía: “Ni los mármoles, ni los adornados monumentos de los príncipes sobrevivirán a esta poderosa rima, cuando este mundo haya expirado.

Todavía  estará viva”. Sobre sus congéneres:  “Los hombres crecen por pecado y caen por virtud” “todos los hombres son nada más que hombres, y los mejores lo olvidan” “¿Es imposible que en tan corto tiempo se pueda alterar la condición humana?”. “Debajo de la luna no hay nada notable”, “El honor no puede darme una pierna, ni un brazo, tampoco quitarme una herida o un dolor” “¿Entonces qué es el honor? ¡Una palabra! ¿y qué contiene esa palabra? ¡Aire! Es insensible a los muertos y no vive con los vivos”.

Vanidoso, pero nadie ha conocido el alma humana como él. Los griegos Sófocles y Esquilo se hubiesen extasiado con su teatro; Píndaro, seducido por sus poemas.  

En nuestra Cartagena de festivales culturales, debe ser destacada su grandeza. Si es imposible presentar sus obras teatrales, una serie de conferencias de analistas y expertos enriquecerá esta Cartagena en trance de superación cultural.

P.S. Merecidísimo el reconocimiento a Guillermo Valencia Abdala, extraordinario ser humano.

abeltranpareja@gmail.com

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