Columna


Abucheo olímpico

RICARDO TROTTI

20 de agosto de 2016 12:00 AM

A tono con la nueva modalidad olímpica del abucheo desaprobatorio o burlón que baja de las gradas, hay mucho para reprochar en estos Juegos Olímpicos Río 2016.

 

Entre los deportistas que merecen desaprobación están el estadounidense Ryan Lochte y sus colegas nadadores, procesados por un atraco a punta de pistola que nunca existió o la nadadora francesa, Aurélie Muller, que hundió a la italiana Rochele Bruni un par de brazadas antes de la meta.

El público brasileño tampoco se comportó a la altura de la llama olímpica. Victimizó con sus abucheos los atletas argentinos, a su propio Neymar al principio de la competencia, y al pertiguista francés, Renaud Lavillenie, que adjudicó al abucheo la pérdida de su oro.

A pesar de todo, estas desaprobaciones quedarán sepultadas por los logros de deportistas como Michael Phelps, Usain Bolt o Simone Biles. Empero, lo que no debiera quedar en el olvido, mereciendo un abucheo estentóreo y prolongado, es la falta de previsión de muchos gobiernos, entre los que se destacan los latinoamericanos, por no aplicar políticas deportivas de largo alcance que les permitan revertir los pobres resultados alcanzados tras cada olimpíada.

El medallero en Río demuestra esa falta de previsión. La brecha entre países con oro se sigue ensanchando. Y no se trata de que EEUU o Alemania sean países desarrollados comparados a Argentina o México, porque está comprobado que con los programas deportivos y la inversión adecuada, todos pueden competir en igualdad de condiciones.

Los gobiernos latinoamericanos deberían mirar a Corea del Sur. Después de ser anfitriona en Seúl 1988, se ha convertido en la sexta potencia dorada y en la decimoprimera del medallero histórico. Aplicó una política estratégica en las escuelas y la sociedad, logrando que el deporte no sea entretenimiento, sino componente importante de su cultura. 

En América Latina la magra cosecha de medallas demuestra la falta de planificación. Hay hasta países en retroceso, como Argentina, que obtuvo más medallas en las olimpíadas de Ámsterdam 1928 y Berlín 1936, que en Londres 2012 y en estas de Río.

Colombia, por otro lado, pese a incipientes logros, está demostrando que las políticas dan resultado. Tras triplicar su presupuesto de 51 a 153 millones de dólares desde el 2012 a la fecha, cosechó 3 medallas de oro, una más que en siete ediciones anteriores disputadas entre 1972 y 2008.

Ojalá que antes del final de este domingo, América Latina aumente su cosecha de preseas.

Sin embargo, para competir en Tokio 2020 y en adelante, y para que las medallas no sean solo fruto de hazañas heroicas e individuales de los atletas o producto de deportes profesionales, los gobiernos tendrán que invertir en políticas deportivas coherentes y consistentes.

Solo así podrán crear una efectiva cultura deportiva para evitar el abucheo y salir del subdesarrollo olímpico.

En América Latina la magra cosecha de medallas demuestra la falta de planificación. Hay hasta países en retroceso, como Argentina (...)

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