Columna


Al calor

LIDIA CORCIONE CRESCINI

22 de septiembre de 2015 12:00 AM

De la temperatura que se siente en el Corralito de piedra ni hablar, todos sudamos a chorrs, el recibo de la luz sube y aumentará en duro, eso anunció la empresa de servicios públicos. La batea golpeada con el mazo deja que los inconformes hagan terapia ocupacional cuando lavan su ropa con jabón de bola. Las lavadoras eléctricas o a gas funcionan todo el día, la mugre revuelta nos obliga a estar impecables y para rematar se le adiciona al medio ambiente lo febril de las elecciones de octubre.

La ciudad hierve en clamores: alzas, movilidad desastrosa, contaminación visual, auditiva, ambiental. Voces de campañas políticas, romerías, cuerpos agitados y un afán extrasensorial por lograr que X o Y candidato se posesione pronto para saber si las cosas cambian o si la suerte está echada. No tengo empresa de encuestas, esas que casi en 90% atinan en sus resultados, sin embargo sondeo por ahí (aunque el voto es privado) y muchos no saben o votarán en blanco. No están convencidos o satisfechos con los candidatos porque sienten que de nuevo las fichas las arman y desarman para saber que muchos le venden su alma al diablo. No sé si es porque

Cartagena está inconclusa y sus oportunidades y su desorganización social está quebrada desde hace muchos años.

En este rompecabezas que en lo personal me cuesta mucha dificultad hacerlo, el tiempo muere y los demás los arman, apropiándose de la ciudad. Piensan que sus días ambiciosos se le escapan por las ventanas. Entonces, invento golondrinas y sigo inventando un sol menos caliente para que no me duela y no me queme tanto. Pero no puedo ilusionarme porque no fabrico aves en el cielo, ni puedo guardarme el sol en el bolsillo. Solo deseo fabricar una puerta grande, que se abra desde adentro, que no robe memorias, ni anestesie incautos.

Los futuros poderdantes de nuestra suerte se creen dioses del Olimpo y nosotros pasamos a ser visitantes, yendo a las misas de pésame de las propuestas de letra muerta de lo prometido en las campañas. No quiero que nuestros días vayan y vengan como un río perdido donde se reúnen los artífices que nos alimentarán con bellotas, haciendo de muchos desocupados insignes bribones en pos de la supervivencia. Todo sería diferente si el futuro alcalde de

Cartagena y su séquito miraran bien lo prometido y una vez en el mando ejecutarlo en beneficio de todos los ciudadanos y de la ciudad. Piense bien antes de votar. Dilo, Cartagena es lo máximo. Eso es lo que todos proclamamos.

licorcione@gmail.com

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