La problemática social producida por las pandillas juveniles en los diferentes barrios de Cartagena, llamados eufemísticamente jóvenes en riesgo, la que en realidad se denomina “conflicto urbano de jóvenes” se ha tratado en las últimas administraciones distritales con buenas intenciones, pero sin el rigor científico, los recursos económicos y la voluntad política para solucionar tan grave padecer de numerosas familias que ven sucumbir a sus integrantes de poca edad en las garras de la violencia, drogas y la delincuencia.
La respuesta espontánea y generosa del gobernante al dar auxilios económicos, uniformes deportivos, paseos y otras ayudas a los protagonistas de este caso es un paliativo que agrava la situación al no continuarse con un proceso sistemático y por etapas que deben superarse en periodos determinados para alcanzar el objetivo general de rehabilitar a los jóvenes y sus familias para reintegrarlos a la sociedad, desintegrando las pandillas.
El proyecto de atención a los jóvenes en conflicto, como requisito sine qua non debe iniciarse por caracterizar la población de las pandillas, a través de un diagnostico serio que permita clasificar a cada joven de acuerdo a sus condiciones, por ejemplo: drogadicción, infracciones a la ley, grado de escolaridad, preparación técnica, talento artístico, afición deportiva, composición familiar, estado civil, convirtiéndose estos datos en insumos para planear las siguientes acciones.
Al ser declarada la drogadicción como una enfermedad cada EPS debe tener en su portafolio programas que reciban a los jóvenes adictos a sustancias psicoactivas como pacientes, hecho que no se da por la falta en el Distrito de una entidad exclusivamente para estas gestiones, adscrita al despacho del alcalde que se encargue de la coordinación interinstitucional para formular e implementar este proyecto y cuente con los rubros económicos para cubrir los gastos, de lo contrario continuaremos con ensayos y errores sin resultados efectivos.
La restauración de las familias en sus principios y valores que busca la superación y bienestar de sus miembros a través de la reeducación es una tarea inaplazable para contar con el tejido social básico que facilite el apoyo fundamental a los jóvenes en su desarrollo personal. Cada acción aislada contribuye a la desesperanza de unos seres humanos que con apenas dieciocho años de edad, creen que han vivido demasiado y no tienen más oportunidades en la vida, mientras en su entorno los familiares desesperados no saben qué hacer. El alcalde de Cartagena, Manuel Vicente Duque, tiene la palabra, pues le hemos entregado personalmente estas propuestas sin obtener respuesta alguna.
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