Columna


¡Alegría, júbilo, gozo!

“Nos dice el papa Francisco que el cristiano es una persona alegre, no con una alegría superficial y efímera, sino profunda y estable, porque es un don que nos da el Señor”.

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

16 de diciembre de 2018 12:00 AM

Qué maravilloso cuando experimentamos la alegría, el gozo, el júbilo que proviene de vivir en el bien, la paz, el amor, que proviene de Dios y se comparte con los demás. Eso lo palpamos en un grupo que recién regresa de retiro espiritual, qué bueno sería también vivirlo en medio de la vida cotidiana.

En este tercer domingo de adviento, las lecturas* nos invitan a experimentar estos dones al tomar conciencia que Dios está dentro de nosotros, compartiendo en medio de nuestras realidades: “El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti. Él se goza y se complace en ti; Él te ama y se llena de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta”.

Las lecturas de hoy son específicas sobre cómo fortalecer la alegría: 1. Conversión, preparar el corazón para recibir a Dios, apartarse de lo que nos aleja de Él; 2. Compartir: “El que tenga dos túnicas comparta con el que no tiene”; 3. Ser honrado: “No cobrar más de la cuenta”. 4. Ejercer la justicia: “No extorsionar, no denunciar falsamente”; 5. Vivir la benevolencia entre todos; 6. Recibir la paz de Dios que sobrepasa a la inteligencia, custodia los corazones y los pensamientos en Cristo Jesús; 7. Experimentar gratitud, porque somos conscientes de todas las bendiciones que Dios nos regala.

El evangelio nos relata cómo San Juan el Bautista, llamando a la conversión, bautizaba con agua y nos anuncia a Jesús: “Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja”.

Nos dice el papa Francisco que el cristiano es una persona alegre, no con una alegría superficial y efímera, sino profunda y estable, porque es un don que nos da el Señor, que llena nuestra vida con su ternura, misericordia y amor. En medio de nuestra alegría, nos llama a compartir con el que llora y contribuir para que recupere su sonrisa, apoyándole a encontrarse con Dios. Recordemos sus palabras cuando visitó nuestro país: “No se dejen robar la alegría, no se dejen robar la esperanza”.

La verdadera felicidad es la que viene a un espíritu abierto al amor de Dios. La alegría, el júbilo y el gozo de la Navidad los experimentamos porque sabemos que Jesús está cerca y por sabernos salvados por Él.

Vivamos esta Navidad unidos a María y a José, con mucha alegría en el corazón, encontremos a Jesús en la oración, en la confesión, en la eucaristía, en su Palabra, en los demás, en las realidades que nos rodean. Busquemos nuestra conversión permanente, compartamos más con los demás, vivamos la integridad y la justicia, vivamos el bien mutuamente, recibamos la paz de Dios, expresemos gratitud de manera permanente y así nada, ni nadie, podrá arrebatarnos la verdadera alegría.

¡Feliz Navidad!

*So 3, 14-18; Is 12; Fil 4, 4-7; Lc 3, 10-18.

*Economista, orientadora familiar y coach personal y

empresarial.

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