Columna


Amanecerá y veremos

CARLOS DÍAZ ACEVEDO

09 de enero de 2013 12:00 AM

CARLOS DÍAZ ACEVEDO

09 de enero de 2013 12:00 AM

Entre los miles de turistas de vacaciones en Cartagena está un amigo caleño que se vino desde La Sultana del Valle hasta La Heroica en su carro, pasando por Medellín. Al llegar a la ciudad, recorrer la Avenida Pedro de Heredia, ver las estaciones de Transcaribe y los automóviles en la vía del Sistema de Transporte Masivo, se pegó tremendo susto. Temía que un bus articulado chocara contra quienes osaron meterse en su camino, como sucede con Transmilenio en Bogotá y el Mío en Cali. Sólo se tranquilizó al saber que Transcaribe, a pesar de que comenzó a construirse en la misma época del sistema de Cali y de Barranquilla, todavía no rodaba. Mi amigo piensa seguir visitando la ciudad a comienzos del próximo año y del otro y lo más probable sea que aún use las vías de los buses articulados sin miedo.
Quise el domingo en la tarde llevarlo a La Boquilla y tocó regresarnos porque fue imposible pasar de Crespo. Lo llevé a Marbella, no sin antes hablarle sobre el túnel que mejorará la movilidad por este sector. Cuando mi amigo regrese en el 2015 intentaré nuevamente llevarlo a la Boquilla a comienzos de año, cuando se supone que funcione esta bendita obra que al principio decían que costaría unos 100 mil millones de pesos y ahora dicen que costará más de 130 mil millones.   
En Marbella estábamos por los lados del Chiringuito, el mismo negocio que en el 2012 se instaló en esta zona y luego no se quería ir y siguió ocupando el espacio público sin permiso por varios días. Preferimos unos troncos para acomodarnos junto a la playa, decidimos no gastar un solo peso en Chiringuito ni pagar diez mil barras por una carpa y varias sillas durante la media hora que estaríamos en el mar. Íbamos a pasar más rato zambulléndonos en el Caribe, pero el tiempo se nos pasó entrando y saliendo del trancón en Crespo. 
En la noche del mismo domingo pensé llevarlo a Bocagrande, pero al saber que a una familiar le tocó venirse a pie de allí hasta el Centro porque solo pudo viajar en el carrito de Don Fernando, un ratico a pie y otro caminando, ni se me ocurrió proponérselo. Menos mal que mi compañera le había prometido que al día siguiente lo llevaría a Bocachica, por lo que entonces decidimos volver temprano a la casa para coger fuerzas. Ya en la mañana habíamos subido a La Popa por el Pie de La Popa y bajado por Loma Fresca para que el vale conociera todas las caras de la ciudad.
También estuvimos en el fuerte San Felipe. El amigo quedó tan triste con la pobreza vista y tan alegre con la riqueza de mar y de castillo que prometió que al próximo paisa que le diga que Medellín es lo mejor del mundo, le dirá que cualquier ciudad puede tener un Metro y que si ellos se creen tanto, que hagan un mar o un castillo como el de Cartagena.   
A Bocachica no fui con mi amigo, lo haré el día que esté el puente entre Bocagrande y Tierrabomba y el acueducto llegue a la isla.  “Amanecerá y veremos”, dijo el ciego.

*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo

puntos_de_encuentro@hotmail.com

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