Columna


Autofagia plebiscitaria

CARMELO DUEÑAS CASTELL

05 de octubre de 2016 12:00 AM

Hace más de 50 años se demostró que las células podían tomar partes de sí mismas, poco útiles, envolverlas en unas membranas o vesículas y mandarlas, como bolsas de basura, a una parte específica de la misma célula, llamada lisosoma, para destruir los desechos y transformarlos en materia útil. En resumidas cuentas, es un reciclaje celular. Christian de Duve, Nobel de medicina, denominó a este proceso como autofagia. En griego autofagia significa comerse a uno mismo.

Pasaron casi 30 años para que Yoshinori Ohsumi, en el Instituto de Tecnología de Tokio, mediante una serie de experimentos brillantes con levaduras identificara los genes de la autofagia. El observó que las células humanas tenían una maquinaria similar a la de las levaduras y demostró las múltiples utilidades de la autofagia: ofrece materiales y energía ante situaciones de estrés, o de falta de alimento; elimina bacterias o virus; sirve de sistema de control de calidad para deshacerse de proteínas o partes defectuosas, que van surgiendo de manera natural con el envejecimiento. A partir de tales conocimientos la ciencia detectó defectos genéticos de la autofagia que pueden provocar enfermedades como el cáncer, Párkinson, diabetes, Alzheimer y que además participan o están involucrados en la respuesta a infecciones, la resistencia a los antibióticos, en adaptarse a la falta de alimentos, en envejecer y morir.

Se descubrieron cuatro genes críticos para que el proceso funcione bien en seres humanos. Los principales retos a mediano plazo son: modificar el proceso, eliminar errores o potenciar la función. Muchas de las estrategias para prolongar la longevidad y mejorar la calidad de vida humana se basan en estimular los procesos de autofagia. 

Hace dos días el Nobel de medicina del 2016 fue concedido a Ohsumi por descubrir “un nuevo paradigma en la comprensión sobre como la célula recicla su contenido”.

Algunos pensaron que el plebiscito sería una especie de autofagia que reciclaría más de 50 años de guerra, odio, violaciones y vejámenes y los transformaría  en paz, perdón y crecimiento. A su vez, los guerrilleros serían reciclados en ciudadanos productivos. Con el resultado del plebiscito muchos creyeron que todo estaba perdido, otros que ahora sí habría justicia y orden. Pero no nos podemos engañar, nuestro proceso electoral, como autofagia, no funciona bien. La gran mayoría no votó. En el plebiscito ganaron los que no saben, no responden, no les interesa, no leyeron o no entendieron los acuerdos. Quiero creer que el plebiscito, como autofagia, nos da una nueva oportunidad que nos permitirá reciclar esa perenne polarización política, desechar los odios, mejorar los acuerdos de paz y nos convertirá en una nación mejor.

*Profesor Universidad de Cartagena

crdc2001@gmail.com
 

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