En la mañana del pasado jueves 7 de diciembre, la escuela y la ciudad recibieron una infausta noticia: Juan Camilo Martínez Roatán, estudiante de grado 11 de la Institución Educativa Nuevo Bosque, acababa de ser asesinado a manos, presuntamente, de otro compañero de la misma institución, en un acto de intolerancia que evidencia la crisis de la sociedad y de la cual la escuela es su caja de resonancia, como expresión de su estructura y de su naturaleza.
El hecho causó revuelo en la sociedad, en tanto es la manifestación de una situación que, si no se atiende de urgencia, puede derivar en consecuencias más graves. La escuela en su conjunto está en cuidados intensivos: infraestructura arruinada, dotación insuficiente, violencia escolar galopante, niños y niñas lastimados, hogares disfuncionales y un Gobierno cuya prioridad no es la educación.
Ese es el panorama que tenemos y es el caldo de cultivo que sirvió de abono para la tragedia del Nuevo Bosque y que nos quitó a Juan Camilo para siempre, sin recibir el título de bachiller, ese que según Escalona, le hubiese servido para enamorar y conquistar quizás, el amor que siempre imaginó. Ese que soñó en esta, la etapa más fértil de su vida.
En honor a su memoria y en un acto de legítima solidaridad, los alumnos de nuestra institución y ojalá todos los alumnos de los colegios públicos, aprovechemos nuestras ceremonias de grado para rendirle nuestro tributo de admiración, ofreciéndole un minuto de silencio, que simbolice la exaltación de su título de Bachiller Póstumo, ese que conquistó como los guerreros en las aulas calientes de su amado colegio, bajo el consejo sabio de sus maestros y la compañía y la risa alegre y esperanzadora de sus compañeros de curso y de barriada, quienes no pudieron celebrar su grado a ritmo de reggaetón y champeta, como expresión de la cultura popular, por el pesar y el dolor que les causó la partida inesperada de Juan, uno de sus “vales” y cuya silla en el salón de actos quedó vacía, ¡anhelando su llegada!
Esperamos que el llanto afligido de los padres y de los amigos de Juan llegue al oído receptivo de quienes tienen la responsabilidad y el deber de adelantar profundas transformaciones en la escuela, para que otros niños y otros jóvenes alcancen su sueño y “la vida no sea asesinada en primavera”, y los padres no sigan enterrando a sus hijos, en contraposición a la dialéctica de los fenómenos y la naturaleza.
No hay tiempo que perder, es momento, por fin, de adelantar una verdadera cruzada por la escuela y por la vida. Aprovechemos el sacrificio injusto y absurdo de Juan Camilo, para rescatar la institucionalidad y lograr que la escuela sea lo que debe ser: “Un lugar para la ciencia, para el afecto, pero sobre todo, para encontrarnos en la construcción de posibilidades”.
*Rector I. E. Soledad Acosta de Samper
luisramirezcastellon@hotmail.com
Comentarios ()