Columna


Barú: hagamos el ejercicio

JORGE RUMIÉ

07 de julio de 2017 12:00 AM

Una de las principales características de las regiones con mentalidad de pobreza es su incapacidad de ver sus oportunidades, y el problema grave es que se van tomando decisiones sobre la premisa de la escasez. Lo que para algunos es una oportunidad de oro para generar progreso, para otros – por pura ignorancia - es la oportunidad de volverlo un desastre.

En el caso de Cartagena, desafortunadamente, abundan los ejemplos donde actuamos según lo expresado arriba. Tenemos tantas posibilidades de usar algunos activos productivos y convertirlos en verdaderos polos de desarrollo, sin embargo, impera el criterio de pobreza. Y luego nos preguntamos por qué tenemos tanta miseria.

Los ejemplos nos desbordan, pero por falta de espacio me referiré a uno sólo: al caso de Barú. Sería facilísimo decir que en Barú nos pasa en pequeño lo que en grande nos acontece en Cartagena. Pero viéndolo en positivo, significaría que Barú nos puede servir de laboratorio para darnos cuenta que somos capaces de erradicar la pobreza en un sector específico y que luego podemos replicar esa experiencia en otra zona.
Veamos: lo primero que debemos aprender es a decidir y ejecutar. Lo digo porque en lo público es fundamental actuar con autoridad y rapidez. Lo segundo es que para adelantar cualquier proyecto específico se necesita un gerente honesto, empoderado y competente, para que todo salga bien. Y para la ciudad es clave que el proyecto sea exitoso.

De tercero se vienen las medidas particulares de intervención, las que serían: A) ¿cómo buscar los recursos del proyecto? Y respondo: se pueden obtener con peaje para entrar a la isla y una boleta de entrada para disfrutar de “Playa Blanca”; así de sencillo; B) con los dineros recaudados, se pueden hacer tres cosas: mantener la vía; invertir socialmente en los 3 corregimientos que están en la isla; y poner orden en “playa Blanca”, por Dios, que la estamos acabando; C) hagamos un censo en la isla y controlemos el número de habitantes que la viven y explotan; D) finalmente, que el alcalde se ponga a la orden de Fonade y de los inversionistas privados que detuvieron el megaproyecto de hacer un “mini Cancún” en Barú, con inversión de 1.000 millones de dólares. Dicho proyecto se detuvo por la anarquía que impera en “Playa Blanca” y por nuestra obsesión desenfrenada por aplicar el criterio de pobreza en nuestros activos productivos.  

jorgerumie@gmail.com

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