Columna


Boston, Caracas y las redes

RICARDO TROTTI

21 de abril de 2013 12:00 AM

RICARDO TROTTI

21 de abril de 2013 12:00 AM

El acto extremista en la maratón de Boston y el pedido de que se recuenten los votos en Venezuela demuestran la relevante complementariedad entre el periodismo y las redes sociales, y la potencialidad de los ciudadanos de convertirse en periodistas.
Pero lo que podría ser una buena noticia, tal vez no lo sea tanto, si se considera que el proceso de comunicar también requiere asumir responsabilidades. Los periodistas ya no son los únicos a quienes achacar errores, falta de precisión o violar normas éticas y de buenas costumbres.
La tragedia de Boston mostró lo negativo y positivo de las redes sociales. Mientras los medios tradicionales como el Boston Globe, CNN, AP y Univisión informaban con cautela y evitaban mostrar primeros planos de las víctimas, los usuarios, sin ningún tipo de cuidado, subían a Twitter, Facebook o YouTube videos, imágenes y comentarios explícitos y sensacionalistas.
En lo positivo, los usuarios no solo deglutieron noticias de medios tradicionales, sino que los fiscalizaron, exigiéndoles coberturas más moderadas. Y como no había sucedido en los atentados de Nueva York, Londres o Madrid, las imágenes captadas con teléfonos móviles sirvieron de testimonio y evidencia para las investigaciones policiales que dieron con los responsables el viernes, así como para contactar amigos en el medio del espanto o expresar solidaridad.
Quedó demostrado que, en eventos espontáneos, las redes sociales cumplen un papel valioso y hasta los periodistas las usan como herramientas para mejorar su trabajo. Pero cuando se trata de debatir temas complejos, el terreno se vuelve fangoso.
En Venezuela, Twitter sirvió de campo de batalla. Henrique Capriles pidió que se contaran de nuevo los votos de una elección que huele a fraude, calificando a Nicolás Maduro de ilegítimo. Este le contestó que lo encarcelaría por fascista y por llamar a la insurrección. Los usuarios de un bando subieron fotos con cajas de votos quemándose, pero de elecciones pasadas, con la intención de confundir, mientras que del otro, cibermilitantes oficialistas amenazaron defender con armas la revolución.
Estos hechos muestran que así como las redes sociales han democratizado la comunicación, también ayudan a generar caos. En este mundo de híper información resulta cada vez más difícil distinguir entre fuentes confiables o activismo militante, entre verdades y mentiras.
Pese a todo lo negativo, a la desinformación, la polarización y la invasión de la privacidad que las redes sociales pueden generar, es evidente que es mucho mejor vivir con ese libertinaje a convivir con el silencio. Es preferible el griterío a tener que soportar a gobiernos como los de Cuba, China o Irán, que prohibiendo las redes sociales y encarcelando a sus usuarios, buscan controlar la conversación.

trottiart@gmail.com

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