Es paradójico que al pasar Buenaventura su peor momento sea noticia internacional cuando ya redujo mucho la inseguridad y se vislumbra un panorama económico muy interesante (ver “Colombian City’s New Face and Violent Underbelly Collide”, New York Times, Julio 13 de 2014). El gobierno intervino el año pasado para mejorar radicalmente la seguridad en la ciudad y se le puso también atención a la situación social, a promover un desarrollo acelerado de la economía local y mejoramiento urbano.
El ministerio de Defensa anunció que se redujo en más de 50% la tasa de homicidios en el primer semestre de 2015 en comparación con el año anterior. Lo importante, como lo dice también este artículo, es que el Gobierno haga sostenible y permanente el esfuerzo en seguridad para erradicar la violencia extrema que le creó a Buenaventura la infame imagen de ser la ciudad de las casas de pique y requerirá mucho más esfuerzo que seleccionar una nueva marca ciudad. La imagen no cambia si no mejora radicalmente la situación.
No solo requiere el aumento y la permanencia de la fuerza pública, sino un plan social de emergencia complementario, enfocado a proveer servicios de agua potable, alcantarillado, salud y educación; y sentido de pertenencia de la gente más pobre, que es la mayoría. Sin seguridad física y social básica no hay plan de desarrollo que valga ni forma de crear industria de exportación y servicios logísticos avanzados, la vocación económica natural de una ciudad portuaria.
Sin esa base, los anuncios de desarrollo pueden generar mayor violencia y quizá más pobreza. El artículo del NYT destaca que el proyecto de renovación urbana y de construir un malecón anunciado provocó el interés especulativo de las bandas criminales, que ya desalojan violentamente a la población pobre que vive en casas de estacas al borde del agua para quedarse ellos con la tierra por donde pasaría el malecón. Igual suerte puede correr el proyecto del Gobierno a través del DNP de promover una ciudad satélite al norte o al sur de la ciudad. Seguridad sostenible y eliminar la miseria multidimensional son el prerrequisito para que esos proyectos se puedan hacer.
Las buenas perspectivas no pueden desconocerse. La carretera que le garantizará al principal puerto de Colombia comunicación adecuada con el centro del país será una realidad en meses, e inducirá un aumento importante de carga, como lo hará también la línea de ferrocarril que recupera un inversionista operador suizo. El proyecto del DNP de desarrollo económico y urbano generará en unos años numerosos empleos y carga local adicional para los puertos. Los dos que están operando invierten vigorosamente y se construye un tercer puerto de contenedores que si obtiene los permisos municipales que le faltan podrá operar en 2016. Para que todo esto fructifique el Estado ya tiene que garantizar buena seguridad y servicios básicos.
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