Columna


Búsqueda y plenitud

FIDEL A. LEOTTAU BELEÑO

16 de noviembre de 2016 12:00 AM

La verdadera alegría de vivir en plenitud es de naturaleza espiritual y esto obliga a despejar nuevas perspectivas partiendo desde la misma identidad, profundizando en el transitar y revelando las grandes posibilidades de la personalidad. En la interioridad está el secreto. Es imprescindible la búsqueda permanente de la verdad posible y necesaria.

Una vida que no aborda permanentemente interrogantes nuevos enclaustra a la persona en el altillo que todo lo envejece o lo destruye, o de la aflicción que todo lo entristece. En pocas palabras, para el hombre toda respuesta obtenida debe ser el inicio de nuevas preguntas.

El conocimiento de uno mismo es tarea de todas las edades. Elementos como la inseguridad y la inmadurez no contribuyen en este propósito. Cuando están bien estudiadas las líneas de psicología de cada uno y se saben con exactitud cómo son, todo se desarrolla mejor. Es lo ideal y el mejor rasero en la labor de mejora, perfección y muestra qué aspectos se deben modificar.

El ser humano, además de la vida biológica, tiene una vida psíquica y espiritual. Esto contribuye a que pueda elevarse a un plano superior en cada momento. Actúa como de costumbre pero de un modo más noble, se expresa con más exactitud y sociabilidad, admite la adversidad con más aquiescencia y amor, con mayor deleite.

Para  crecer desde lo interior, a partir de la raíz misma del espíritu es necesario explorar las posibilidades creativas de la vida cotidiana, llevarlas a la práctica y con ellas aprender a pensar con disciplina, saber expresarse convincentemente y atinar en los vaticinios a que haya lugar del acontecer de la vida. Se trata de vivir con dignidad y en plenitud.

Si las palabras que usa le garantizan confianza es muy probable que recoja el modelo que manifiesta; son fibras de luces en el sendero de una vida renovada que mana de la alegría de su existencia. La experiencia de la vida lo ha demostrado, en aquellos que ven en su propia vida todo aquello en lo que han creído.

De todos los fundamentos humanos el de mayor relevancia y propiciador de una verdadera plenitud de la vida es el de ejecutar los talentos y potencialidades que se llevan consigo. Son estas prioridades de desarrollo las que le imprimen a la vida el toque del verdadero crecimiento. Es cierto, lo que permite al hombre desarrollar esas potencialidades es la energía que hace posible que él sueñe, sonría y ame.

Más de uno ha orado al Creador: “Padre, ayúdame a reconocer los talentos que has puesto en mí y a usarlos para Tu gloria”. Muchos los tenían en estado primitivo y sin desarrollar. Han hecho que florezcan con el esfuerzo de trabajarlos e impidieron a que sigan dormidos.
“Conócete, acéptate, supérate”: San Agustín
 



 

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