Columna


Cadáveres sonámbulos

CRISTO GARCÍA TAPIA

22 de agosto de 2013 12:00 AM

Cada vez son más los muertos redivivos entre los colombianos.
No hay un día que no topemos con uno de esos cadáveres rozagantes, plenos de felicidad, que merodean tranquilos por este país de avivatos.
Por las cirugías plásticas, algunos de esos cadáveres sonámbulos tienen rostros diferentes a los que llevaban cuando se los tragó una muerte efímera y debidamente programada. O las sombras artificiales de un lujoso hotel o clínica, igualmente programados para ser habilitados y dispuestos como reclusorios.
A unos se les hizo novenario, misas cantadas y responsos en catedrales, mezquitas y sinagogas; a otros se les exaltó de cuerpo ausente y se les ungió con el agua lustral del perdón de los pusilánimes.
A todos y todas se les enalteció y puso de ejemplo de la gran patria, la del silencio mudo que cantara un poeta–presidente que proclamaba, desde el altozano del poder virreinal, como su más grande hazaña la de no haber jamás visto el mar.
Aquella patria lejana, aun circundada por cerros que no dejan ver la luz, y la refundada en las estribaciones del Paramillo, son la misma, inmutable e inmóvil patria. Todo se vale con tal que sea torcido, violento, maloliente, sombrío, ensangrentado, sucio, tramposo, criminal, bastardo.
Y son, aquella de climas fríos y rostros rubicundos, y esta de soles sin fin y caras mestizas, la misma patria puesta de ejemplo para que se reproduzca, crezca y multiplique, igual y a perpetuidad, con sus blasones de ignominia y sus lastres de crímenes, corrupción, exclusiones y despojos.
La misma e inalterable patria de los cadáveres sonámbulos; de las leyes para atropellar, robar, matar, ascender, corromper; para entrar en los bienes públicos y también a las cárceles para salir con la bolsa legalizada, la vergüenza restituida y una demanda cuantiosa por la honra ofendida del pillo que a punta de leyes hace pillaje.
¡Qué patria!
¡Qué cadáveres!
Hay que verlos erguidos y desafiantes, sacándole pecho a todo, llevándose por delante todo, pisoteando todo, contaminando todo, alzándose con todo, arrogándose todo, metiéndose en todo, robándose todo.
Son los cadáveres redivivos del poder, insaciables de todo; alzándose por encima de todos, usurpando todo, metiendo sus manos podridas y sanguinolentas en todo, liquidando todo a su favor, exprimiendo todo.
Y eso que están muertos, que no tienen fuerza, que perdieron el habla, que se corrompieron en cuerpo y alma, que ya no tienen credenciales.
Pero saben de la debilidad, la falta de coraje, la indignidad, “el aura de mediocridad” de los vivos.
Y se levantan altaneros, los cadáveres del poder, para reinar sobre todos.
*Poeta

@CristoGarciaTap
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