Hoy se nos urge abrir caminos de reconciliación. La salud moral del país lo exige. La reconciliación no nos puede quedar grande a nosotros. La paz tiene que ser una realidad operante y orientadora. Tenemos que producirla más allá de la Habana; inventarla desde los procesos locales; crearla desde la casa y la calle y ser muy ingeniosos para que no nos la politicen.
Nos hace bien reconocer nuestros límites: “somos un país moralmente enfermo con fracturas múltiples”. ¿Cuáles serían esas enfermedades que hoy nos aquejan y que debemos enfrentar para lograr ser una sociedad reconciliada y en paz? Las indico y señalo algunas terapias:
La primera enfermedad es nuestra memoria patológica. Hemos sembrado resentimientos y venganzas a causa de los odios vividos. Han sido cadenas de violencia y de muerte. La purificación de la memoria es terapia necesaria para reconocer los daños causados, repararlos y comenzar una nueva etapa sin mirar atrás.
La segunda enfermad es haber sacrificado la verdad. En este sacrificio aparecen la guerra y la violencia como hijas nefastas de la corrupción. Aquí la terapia es que resplandezca la verdad. Tanto en la reconciliación como en la renovación le debemos obediencia a la verdad.
La tercera enfermedad es el “eclipse de la vida”, tan patente entre nosotros ahora que se rumora la aparición de la “mano negra” en la ciudad. Mano negra alentada de forma cobarde por los irresponsables comentarios de las redes sociales al pie de una noticia. Esto hay que pararlo. Aquí se prohíbe matar. Razón tuvo el párroco de San Pedro Claver cuando en el foro por la reconciliación afirmó: “La vida del más humilde cartagenero vale mucho más que todo el patrimonio de esta ciudad”. Aquí la terapia es una movilización por la vida como un don sagrado.
La cuarta enfermedad es la “cainización de la vida”: “Y dijo Dios a á Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé; ¿soy yo acaso guarda de mi hermano? Y Dios le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Cainizar la vida es lo mismo que “sálvese quien pueda”. La terapia es una fuerte praxis de solidaridad en la que todos nos preocupamos por todos.
Y la quinta enfermedad es la ideologización de la esperanza, la cual surge cuando cambian las perspectivas de un desarrollo humano integral por las salidas violentas y egoístas o por el facilismo, estilo propio del consumismo. La mejor terapia es cultivar la esperanza defendiendo la naturaleza, haciendo un trabajo laborioso y viviendo con austeridad para que no nos ahoguemos.
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