Columna


Caos

PEDRO CAVIEDES

03 de mayo de 2014 12:02 AM

En primera plana de su edición online se encuentra hoy viernes 2 de mayo en este periódico la foto de un caballo cochero, tirado en una calle del Centro, aún amarrado al coche. La foto es del pasado lunes 21 de abril, la noticia por la que está hoy (ayer, para cuando salga esta columna) comenta sobre las medidas que busca tomar el Consejo para arreglar esta situación. Al final se encuentra el link que lleva a la noticia de lo que pasó el lunes, cuando, ante la caída del caballo, una animalista se acercó primero a los turistas que iban en el coche y después al cochero, a increparlo sobre el bienestar del animal. Lo que sucedió después me parece muy diciente de la situación de la ciudad, no solo en lo que a coches se refiere.

Según el reportaje, otro cochero se acercó a discutir con la mujer, y sacó un “arma cortopunzante”. La mujer velaba por los derechos de un animal al que, según el reportaje, no se le da ni agua ni comida durante el día para que no haga sus necesidades en la calle y las autoridades no sancionen al cochero. Un momento. ¿Las autoridades sancionan al cochero si el caballo hace sus necesidades en la calle? ¿Qué esperan? ¿Que vaya al baño? Sin embargo ese absurdo de las autoridades no excusa la reacción del tipo que sacó el cuchillo. Después, un empleado de la animalista se acercó a defenderla con una piedra. Afortunadamente el hecho no escaló, y la policía llegó.

En el reportaje de hoy (viernes) sobre la polémica en el Consejo, se habla de un nuevo plan de regulación para los coches. Se discute sobre qué entidad pública debe pagar unas pesebreras donde las bestias tengan el descanso apropiado, y quién debe encargarse de su alimentación y demás, finalizando con la expedición de un decreto que llevará a cabo unos estudios que señalarán quién debe hacer lo que se pregunta al principio del párrafo. Es decir: la misma cháchara de siempre.

Si el estado no es capaz o no tiene los recursos para darle el manejo adecuado a los coches, quizá la mejor forma de ordenarlo sea a través de una licitación, donde empresas privadas concursen y gane la que ofrezca un mejor servicio (que incluya proteger a los caballos), como se hace con las grandes obras de infraestructura. Tal vez hasta se pueda incluir una mejor organización para el trabajo de los cocheros. Pero eso, como otros temas, seguramente generará paros y protestas, que recordarán al cochero con el “arma cortopunzante”, que siente que porque se pide un orden, lo agreden.

Y por ser medidas “impopulares”, los políticos temerán decidir lo que arriesgue su aceptación. Eso, sin nombrar a los que se oponen a todo lo que no se traduzca en su respectiva tajada.

Mientras tanto los caballos seguirán sufriendo, y los turistas huyendo.
Qué caos.

pedrocaviedes@gmail.com
 

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