Columna


Cara de póker

JORGE RUMIÉ

27 de mayo de 2016 12:00 AM

La  pregunta que nos hacemos muchos en el país hoy día es ¿por qué el presidente Santos cedió tanto en el proceso de paz con las Farc? Y como lo anterior es cierto, algunos hasta se atreven a especular que él hace parte de su Secretariado, lo que es un absurdo. Otros piensan que las Farc están chantajeado al presidente por algún tema confidencial, y tampoco comparto ese argumento.  

Entonces, regreso a lo mismo, ¿por qué tanta impunidad? ¿Por qué ni siquiera fueron capaces de exigirles a las Farc que reparen a las víctimas con su fortuna tan colosal que el mismo gobierno reconoce? Y mi respuesta la veo en dos reflexiones que resumiría así: la primera tiene que ver con que nos vendieron la idea que el presidente Santos era un gran negociador y un excelente jugador de póker, y ese globo como que se reventó. Más “cara de póker” tienen los alcatraces de las playas de Cartagena, mientras esperan a sus amigos los pescadores.

Por el lado de la negociación, nadie se explica cómo es posible que el presidente mismo se maniatara desde su campaña de reelección -prometiendo la paz sin tenerla- y  obvio, a partir de ese momento quedó en evidencia ante la contraparte que estaba obligado a firmarla a cualquier precio. Como quien dice: ¿cómo negociar bien la compra de una casa, mi querido lector, cuando el vendedor sabe que su casa es la única apetecida? Pues te la venden con un sobreprecio descomunal. ¿O no?

El otro argumento es complementario y tiene que ver con que el presidente Santos representa –como nadie– a las élites urbanas radicadas principalmente en Bogotá y que han gobernado este país desde hace más de 100 años. Y claro, desde su pedestal, enceguecido con las mieles del statu quo, el hombre está convencido que todo seguirá igual. En realidad, las élites casadas con el poder en Colombia desprecian las posibilidades políticas de la izquierda radical. Por eso: ¿cuál es el problema? Ceda y firme cualquier pendejada, que las Farc no son más que unos comunistas campesinos que jamás llegarán al poder. Lo que siempre pasa en la historia: la élite subestimando al de abajo y el ego embelesado en delirios, soñando con pasar a la posteridad.

Pero no se preocupe, amigo, que las Farc saben cómo piensa Santos y no les importa. Era parte de la estrategia: “La clave era negociar con la oligarquía”. La inquietud que viene ahora es: ¿cuál es la probabilidad de que la izquierda radical y populista suba al poder en el país en los próximos 10 años para secuestrar nuestra democracia?

jorgerumie@gmail.com

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