Columna


Carta a un taxista

LUIS CARLOS DÍAZ

15 de abril de 2016 12:00 AM

Estimado señor taxista: usted, que transporta por las calles de Cartagena a quienes le dan el dinero para sostener a su familia; usted, que conoce cada rincón de la ciudad y aprovecha cualquier recoveco para colarse y seguir su camino. Sí, usted mismo, debería saber que el servicio que ofrece debe mejorar si no quiere tener un futuro incierto.

Usted, señor taxista, debería reconocer que yo consumo su servicio porque lo prefiero a una buseta. Usted sabe que estoy dispuesto a pagar más por un viaje más cómodo, sin calor y sin olores a veces desagradables. Debería reconocer también que no quiero usar una mototaxi porque espero tener un viaje más seguro y tranquilo. Usted, por supuesto, debería saber que esas preferencias son las que hacen de su servicio de transporte el más costoso de la ciudad.

Aun sabiéndolo, sin embargo, usted con frecuencia incumple su deber de ofrecer un buen servicio. Muchas veces he usado taxis con aires acondicionados sin mantenimiento. Algunos de ellos son malolientes. Otros creen estar compitiendo en la carrera de sus vidas, cual guerra del centavo de las busetas, ignorando las más elementales reglas de tránsito y de civilidad.

Creo estar soñando cuando a veces me encuentro a un taxista amable, con un vehículo en buenas condiciones y que no cree estar en una carrera de Fórmula 1. De ese sueño me despierta la famosa frase que todos hemos escuchado alguna vez: “para allá no voy”. El sueño se vuelve pesadilla si acepta llevarme y seguido me anuncia el empinado precio de la carrera.

En últimas, los cartageneros tenemos un servicio de taxis que combina lo peor de las busetas y de las mototaxis. Nos transportamos en autos inseguros, calurosos o poco aseados. Paradójicamente, también estamos pagando el precio más alto entre las ciudades colombianas. Eso sí, si el taxista acepta hacer la carrera o si no me obliga a bajar en la mitad del trayecto.

Por si no lo sabe, señor taxista, todas esas condiciones abonaron el terreno para la llegada de Uber. En ellos el aseo es una norma, no una opción. Los precios más bajos que ofrece hacen que más personas demanden sus servicios. Y, aunque solo pueda pagarse con tarjeta de crédito, Uber está capturando parte del mercado que a usted le pertenecía.

Por si tampoco lo imagina, señor taxista, la solución no la encontrará haciendo manifestaciones o esperando que el Ministerio de Transporte vuelva a multar a Uber. La solución está en mejorar ese servicio que usted ofrece, pues, como tuiteó un amigo, “oponerse a Uber es como haberse opuesto al uso de los emails porque eran competencia de ADPOSTAL. La tecnología no se puede detener”.

*Profesor de la Facultad de Economía y Negocios, UTB
COLUMNA EMPRESARIAL
LUIS CARLOS DÍAZ C.*
ldiaz@unitecnologica.edu.co

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