Columna


Cartagena, olla a presión

JORGE CAMPOS PÉREZ

27 de junio de 2014 12:02 AM

Las presiones del crecimiento urbano son cada vez más agudas en las zonas rurales y suelos de expansión de Cartagena. Conflictos entre grupos de interés en la Zona Norte, Barú y Tierrabomba son parte del acontecer de la ciudad. Estos expresan la ironía del abandono, las precarias condiciones de vida y desarrollo de la gente, y la importancia como polos de desarrollo y valiosísimo suelo para la ciudad.

En el reciente estudio de la UTB, Pobreza rural y desarrollo humano en Cartagena de Indias, se evidencian las enormes privaciones de estas zonas de expansión. En sus áreas rurales la pobreza es el doble de la de Cartagena; su expresión más preocupante, la pobreza extrema, es cuatro veces más alta. A eso se suman serias deficiencias en la calidad de las viviendas y en el acceso a servicios básicos.

Todo eso a pesar de su cercanía a zonas que concentran ingresos y oportunidades económicas. Por eso el reto es diseñar un desarrollo sostenible para Cartagena. Es decir, balancear la riqueza sociocultural, las oportunidades económicas y la responsabilidad ambiental. Pero esta forma deseable del progreso no ocurre en las zonas rurales de la ciudad.
Barú, con puente recién hecho, padece graves presiones sobre recursos y atractivos naturales, su principal fuente de ingresos.

El proyecto de trasladar la Base Naval, el más grande proyecto de renovación urbana de su historia, preocupa a Tierrabomba por los efectos de compartir territorio con instalaciones militares. En el norte, la gente soporta presiones inmobiliarias de proyectos residenciales y turísticos que han desplazado parte de su población y generado procesos de gentrificación en La Boquilla.

Estos no son hechos aislados. La protesta de estos pobladores apunta a recibir la debida atención para superar el abandono en que han estado sumidos. Marchas y abstención en la participación en los procesos electorales en Barú y Tierrabomba, al igual que acciones con piedras contra vehículos que transitan la Vía del Mar, según la Policía por un recién capturado quien se declaró demente ante la Fiscalía, son consecuencias de un desarrollo no incluyente.

Cartagena no puede seguir excluyendo a las poblaciones más vulnerables de los procesos de desarrollo. Con el traslado de la Base, por ejemplo, se puede mostrar que los proyectos de ciudad deben ser potenciadores del desarrollo, pues movilizan recursos, atraen distintos grupos de interés, empezando por las comunidades afectadas, y brindan oportunidades de beneficiarse de su ejecución.

Esta es una manera de cerrar las brechas y el creciente malestar social que se manifiesta hoy de muchas formas. Hay que bajarle la llama a la olla a presión que es Cartagena.


*Profesor, UTB
camposjorge86@gmail.com

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