El pasado 1 de junio muchas personas celebraron el cumpleaños 483 de Cartagena. Y como ha sido costumbre desde hace ya varios años, la Alcaldía realizó una serie de actos conmemorativos en los que se incluyeron un concurso fallido de fotografía y una ofrenda floral a la estatua de Pedro de Heredia, el hijo de la grandísima que nos fundó.
Antes de hablar de estos dos errores conmemorativos descomunales, me gustaría aclarar las razones por las que creo que nadie debería celebrar la fundación de Cartagena. El 1 de junio de 1533 es una fecha para no olvidar, eso es cierto, pero eso no la hace una fecha memorable. Aquel día, una miríada de bandoleros con complejo de superioridad cultural llegó a estas playas y arrasó con las costumbres y las estructuras sociales de una civilización indígena. De los Kalamarí no quedó ni el recuerdo, ni un ligero rastro de sus mitologías.
De modo que el 1 de junio no es un día feliz, sino un día de espantos. Hace 483 años no sucedió nada bueno. Por el contrario: empezó la esclavitud, la evangelización forzosa, la discriminación racial y el proceso de mestizaje que, más que un encuentro entre culturas, fue una serie interminable de violaciones impunes.
Si esta fecha merece un lugar especial en nuestro día a día, ha de recordarse con la misma mesura con la que se recuerda una masacre. De ningún modo tendría que ser una fiesta. Podría hablarse de conmemoración, pero si es así ¿por qué el alcalde le echa flores a Pedro de Heredia? ¿Qué es lo que tienen estos negros e indígenas muertos de la Colonia que no nos duelen ni son dignos de una tristeza?
Por si fuera poco, la oficina de Comunicaciones de la Alcaldía organiza un concurso para elegir la mejor fotografía con la bandera de Cartagena. De entrada el concurso está viciado por una incoherencia histórica: nuestra famosa “cuadrilonga” nace en 1811 a partir de las gestas de Independencia y es absurdo izarla en honor a la fundación de la ciudad por parte de la Corona española. Pero no pasa nada, la nuestra es la ciudad de las contradicciones, la misma que construye monumentos de colonizadores frente al Camellón de los Mártires.
El concurso se hizo y ganó una foto que, siendo franco, parece más una publicidad de cigarrillos que una imagen reivindicadora de valores patrióticos. Todas estas cosas pasan cuando un gobierno no tiene idea de lo que es la memoria histórica. En este tema simbólico, la administración de Manolo Duque aparenta ser tan ignorante como la de Dionisio Vélez. Y ojo: lo simbólico es casi lo único que nos queda en una ciudad endeudada por un crédito de 250 mil millones.
*Estudiante de literatura de la Universidad de Cartagena
@orlandojoseoa
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