Columna


Cartagena tiene la última palabra

ALVARO QUINTANA SALCEDO

16 de mayo de 2013 12:00 AM

ÁLVARO E. QUINTANA SALCEDO

16 de mayo de 2013 12:00 AM

La participación ciudadana es el elemento constitutivo por excelencia de los sistemas democráticos. A partir  de sus diversos mecanismos los ciudadanos y ciudadanas puedan influir no solo en la designación de sus gobernantes sino también en la forma de gobierno o políticas del gobernante para mantener la garantía  de derechos.En Cartagena han venido cambiando las formas tradicionales de participación ciudadana que hacían del simple acto electoral la única actividad de influir en las arenas políticas. Históricamente Cartagena ha sido escenario de decisiones trascendentales que han dado apertura  a interesantes procesos de participación.
En la poscolonia, por ejemplo, los cartageneros lograron autonomía en los niveles organizativo, político y comercial de la ciudad,  procurando no solo el “destete” de los españoles sino también de un gobierno Santafereño central. Los mulatos de una Cartagena libre, visionaron nuevas oportunidades para poder acceder a espacios de participación política y nuevos caminos para la lucha por la igualdad social.
Al formarse el Estado de Cartagena, ciudadanos comprometidos lo dotaron de una Constitución reguladora, que la convertía en una República representativa, con autonomía, con pragmatismo negociador sin precedentes, y con una asombrosa consolidación de redes sociales que permitieron una transformación política en su momento.
¿Qué ha sucedido con Cartagena desde entonces? ¿Cómo es que se ha debilitado el ahinco, la fuerza y pasión que caracterizó  la lucha del mulato Pedro Romero por hacer de esta ciudad una urbe fuerte e independiente?
Ante la elección del nuevo gobernante para los cartageneros, se hace pertinente la creación de espacios para debatir concienzudamente las opciones que tiene la ciudad para recuperar la gobernabilidad que devuelva la confianza a ciudadanos y ciudadanas.
Insto al ejercicio de una participación ciudadana que propenda no sólo por saber elegir sino también por apostarle a un gobernante que permita dar continuidad a la participación ciudadana en la toma de decisiones. 
La ciudad ha dado muestras de participación masiva y de anhelos de cambio. Las dos últimas votaciones fueron históricas. Levantémonos y cambiemos el curso de la historia, no permitamos que la ciudad sucumba en el ocaso de la ingobernabilidad. Cartagena tiene la última palabra.

Docente Universitario
alvaroquintana@gestores.com

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