Juan Lozano, uno de los ponentes de la Ley, “enfatizó en que se debe pensar en cómo construir una cátedra que reivindique los valores, que se generen relaciones respetuosas, que se construya desde la escuela una sociedad más tolerante, pluralista, entre otros aspectos fundamentales de un país que tiene unos patrones de violencia, maltrato y agresión”. Vuelve la paradoja a resurgir en este aspecto.
Es necesaria la paz para todos, comenzando desde el hogar es imperioso cuestionarnos si esos programas de la televisión nacional, de canales que repuntan, son un ejemplo para edificar una conducta deseable cuya única finalidad sea conseguir la armonía y el equilibrio dentro de una convivencia sana. Se aprende imitando y con el ejemplo y no son esas transmisiones las que nos dan una lección positiva en la búsqueda inmaculada de la paz. Estaríamos en una posición del padre castigador pero permisivo, que sanciona por haber obrado incorrectamente en conducta y disciplina dentro de la escala de valores de contextos predeterminados por el mismo hombre para lograr formar personas de bien y después lo premia porque la lección fue suficiente.
Nada más ver unos cuantos capítulos de cualquier novela o seriado y nos damos cuenta de que la mujer se hizo para ser violada, negociada y manipulada. Es señalada como un objeto de poca monta. A su vez el prototipo de hombre fuerte es mostrado con una fuerza interior agresiva y la mayoría de las veces está armado, ya sea del puño cerrado para golpear o la pistola como mejor aliado. Las personas no dialogan, se gritan, se tiran objetos y en un constante maltrato subliminal, acompañado eso sí de escenas de sexo fuera de tono, dejan en cada colombiano escenarios violentos, indicando a los televidentes que todo se puede y que nada es imposible de conseguir. Retomemos las letras de las canciones. ¿Influyen o no en las personas? “Oye mami/qué es lo que tú quieres/ ay papi/ cuchillo pa matarte/ se formó el aleteo/ yo estoy loco y no…/ y se formó la plomera/la partidera de botella/y más atrás la ponchera/aquí hay maquiavelismo/y nada de cagalera/. En estos apuntes abruptos es donde radica el tira y jala.
En la búsqueda hacia la paz en todos los aspectos, complicada más no imposible, se necesita firmeza, constancia, coherencia y consistencia, no hay que ser dictador ni ogro sino actuar con cordura, aunque las productoras defienden su postura con el discurso de retratar a la sociedad. Puede ser cierto, pero sin ser puritana, es clarísimo que lo que vende es la reiterada escenificación de la realidad. Grave en una sociedad desequilibrada y polarizada. Bienvenida la cátedra de la paz. Hay que insistir en ella.
*Escritora
licorcione@gmail.com
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