1, 2, 3, probando, fundación de la ciudad, resplandor del polvo, algo celebran. A estas alturas de los discursos la vida bien vale una bolsa de agua:
“…;porque hemos organizado, señoras y señores, una celebración por lo alto, una superfiesta, etc. etc. Icemos la bandera, conciudadanos, etc. etc. Y para terminar, Feliz día Cartagena, que te queremos mucho…;”
Un aplauso mecánico, desbandada de los colegios con sus bandas pobres, no sé qué celebran, porque vista en su totalidad, Cartagena no es ni la mejor, ni la más equitativa, ni la más bella ciudad de Colombia, ni del Caribe.
Insistimos en confundir una parte de la ciudad con su totalidad. Seguimos creyendo que Cartagena es Bocagrande y El Centro. Y no es que Bocagrande esté muy bien. Si existe algo que se pueda llamar la “cartagenidad”, tal atributo habría que reconstruirlo, porque si nos atenemos al estado de la ciudad, al nivel socioeconómico de la mayoría, o a lo precario de sus barrios, viviendas, seguridad, oportunidades laborales y de educación, y al nulo comportamiento cívico, el balance es deplorable. Desde luego casi todos nosotros, por acción o por omisión, hemos puesto nuestro feo grano de arena. Entre tanto seguimos creyendo que Cartagena, como el himno nacional, es la segunda ciudad más bella del mundo…;
Claro que El Centro Histórico, algunas playas, y los monumentos coloniales son muy bellos y valiosos, pero solo son un pequeño sector de la ciudad, el de mostrar, porque el resto es la debacle que se desparrama y ramifica en espacios de miseria.
Sin embargo los cartageneros insistimos en que la pequeña parte turística con su burbuja económica equivale a la realidad del resto de la ciudad y en ocasiones hasta lo pregonamos. No podemos seguir mirándonos el ombligo, ni en el espejo del Centro, cuyo espacio público si alguna vez perteneció a los cartageneros, ya ni siquiera nos pertenece.
Cuando uno habla así corre el riesgo de que lo tilden de pesimista, sin embargo, creo que para empezar a salvar a la ciudad hay que comenzar por decir la verdad y aceptarla por terrible que sea para luego hacer catarsis con su fuego. Importantes desde luego las acciones que emprendamos después.
Para empezar le pregunto a los candidatos a la Alcaldía por un tema que parece no trasnocharlos a ellos pero sí a los vecinos. Es decir, ¿cuál de los candidatos se ha preocupado por el ruido infernal en la ciudad? Por el uso y abuso de las plazas del Centro, por el sonido exacerbado en los barrios por parte de equipos de sonido en negocios y lanchas, o la peor de todas, la pandemia de los picós, cuyo ruido de cataclismo afecta no solo a los mismos vecinos de los barrios humildes sino que su efecto se propaga a todos los barrios aledaños, por no hablar de la violencia que suele generarse en las reuniones y negocios donde están esos picós.
abateraynal@yahoo.es
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