Columna


Celos peligrosos

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

31 de agosto de 2014 12:02 AM

Según una noticia publicada en El Tiempo del domingo 3 de agosto, un informe de Medicina Legal dice que los celos son una de las principales causas de suicidio en Colombia y que el mayor porcentaje (80%) de suicidas por este motivo son hombres. Los celos son un demonio, ya que propenden la posesión física y espiritual del ser “querido”, un tormento para quien los padece, tal como lo dice un bolero: “Tengo celos hasta del pensamiento que pueda recordarte una persona amada”. Esta conducta posesiva va en contravía del amor promiscuo que predicaba Sartre, quien decía que había “amores necesarios y amores contingentes” (una amiga mía decía con mucha gracia que Sartre mandaba “egg”).

La palabra celos viene del griego Zelos, que significa gestionar con ardor, envidiar, suspicacia (Corripio. F. Diccionario Etimológico). Es decir los celos tienen inmersos los elementos de vigilancia y de desconfianza que es la antesala de los actos violentos. Esta pasión ha sido estudiada y descrita por literatos y científicos (ya que es un motor de agresiones y suicidios), quienes han tratado de explorar en los socavones del alma, las causas de estos, algunas veces  sepultadas en las capas inferiores de la pasión y del instinto.

En clave literaria, los celos han sido tema frecuente. En la obra “Por el camino de Swann”, de Proust, se relatan los celos en forma magistral cuando se describe el amor de Swann por Odette y la profunda celotipia que lo lleva a espiarla (Editorial La Oveja Negra. Pág. 288). León Tolstoi, en su obra La Sonata a Kreutzer,  analiza los celos y Roland Barthes, en “Fragmentos de un discurso amoroso”, dice que el celoso sufre cuatro veces. Una por ser celoso, dos por la culpa de serlo, tres porque sabe que sus celos lesionan al ser amado y cuatro porque es consciente de que sus celos lo convierten en un ser excluido, violento y ramplón. En Otelo, Yago dice: “Señor, cuidado con los celos, el monstruo verde que se burla del alma en que se ceba” (Shakespeare, Tragedias, Ed Jackson Pag. 300).

Los sicólogos evolucionistas dicen que la pasión de los celos se remonta a los inicios de la evolución humana. Según esta teoría, en la lucha por la vida, los hombres primitivos se cuidaban de que sus mujeres no hicieran “inmoralidades” con otros hombres, ya que entonces les tocaría a ellos mantener hijos ajenos. En cuanto a las mujeres el origen estriba en que se preocupaban de que el marido no se fuera con otra hembra, porque entonces peligraba la comida de la prole. En fin, la víctima de este demonio sufre mucho, ya que a la vez que se siente excluido por su pareja, sabe que su pasión enfermiza lesiona al ser amado.

En fin, los celos son peligrosos. Las estadísticas recientes de Medicina Legal, así lo confirman.

*Escritor

menrodster@gmail.com
 

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