No, presidente. No es de ahora. Ni de su gobierno, políticas y planes de desarrollo.
El campo siempre ha estado abandonado. Siempre ha sido así, aun para la estadística, sucesivos gobiernos, modelos económicos, políticas y presupuestos públicos.
Pero algo es algo: un censo agropecuario del campo abandonado, sin dolientes, y con todas las necesidades acumuladas de todos los tiempos, es un auspicio llevadero después del último del cual tengamos noticias los colombianos.
Y es, presidente Santos, que han debido transcurrir cuarenta y cinco años para volver por una estadística que es insumo de primera magnitud para diseñar las políticas, planes y programas, que recuerden el campo.
Sí, presidente, para recordar el olvido, cuando menos, en el cual el Estado, gobiernos, políticas públicas, tienen al campo colombiano; a sus gentes, desprovistas de recursos básicos ya pasados de moda en los conglomerados urbanos: luz eléctrica, escuelas, centros de salud, agua potable, electricidad.
Y no es que estemos creídos, ojalá así fuera, que el Tercer Censo Nacional Agropecuario que acaba de concluir el DANE, traerá, como por ensalmo, todas esas cositas de primera mano para nuestros compatriotas del campo.
Eso, esas cositas tan vitales para nuestras gentes allende las urbes, pero carentes de ellas en su gran mayoría, aun tardarán añales, dicen así los campesinos, en llegarles, en tenerlas a la mano.
En servirles, presidente Santos, para sobrellevar sus vidas precarias, casi invivibles y sometidas a las contingencias de ser colombianos. Sí, a servirles para amortiguar los padecimientos que, uno tras otro, son su existencia; esa mísera ración de vida que, día tras día, pende de la voluntad de la violencia y el desarraigo que les propició un destino cuyos hilos manejan, cortan, anudan, otros colombianos.
¡Qué vaina!
Colombianos poderosos que ni siquiera saben qué es el campo, adónde queda, quiénes y cómo viven allá, pero que tienen el poder suficiente, las armas, la ley, el capital, para orientar, ordenar, ejecutar, sobre sus vidas.
Y los que sí saben qué es el campo colombiano, adónde queda, es porque se lo han apropiado, despojado, cercado, por la fuerza, la violencia, las armas. Y, aunque parezca increíble, por la ley, pues la hacen, manejan y ejecutan.
Cuanto sí traerá el Censo Nacional Agropecuario, después del último de hace cuarenta y cinco años, y eso resulta muy bueno y útil, son estadísticas reales, o por los menos aproximadas, de cómo está repartida la tierra en Colombia; cuántos grandes propietarios la poseen en mayor proporción, cuantos chiquitos tienen menos que uno solo de aquellos poseedores.
Y…
@CristoGarciaTap
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