Columna


Cerebros y deserción

RUDOLF HOMMES

22 de febrero de 2015 12:01 AM

Lo mejor que puede hacer Colciencias ahora, además de cumplir los compromisos con los ya repatriados, es cancelar el programa pues nadie más le creerá.

Otro problema serio de las universidades es la deserción que llamó ahora la atención porque las becas del programa “Ser Pilo Paga” se convierten en préstamos condonables si los beneficiarios fracasan...
En estos días recibió muy mala prensa el programa de repatriación de “cerebros fugados” de Colciencias porque muchos ya están en el país y se les incumplió casi todo lo prometido para atraerlos. La directora de ese departamento reconoce el incumplimiento y tratará de cumplir con los que volvieron. 

Una de las damnificadas resume el problema así: “Nosotros no pedimos tapete rojo a la llegada …Solicitamos que Colciencias, y las demás entidades involucradas en el proceso, cumplan” (“Claramente Aún no es Tiempo de Volver”, El Tiempo, Febrero 10, 2015). A mi papá también lo trajeron en 1934 engañado con un contrato que el Ministerio de Educación le incumplió apenas desembarcó.

Lo mejor que puede hacer Colciencias ahora, además de cumplir los compromisos con los ya repatriados, es cancelar el programa pues nadie más le creerá. Las universidades también deben cumplir lo prometido. No está bien abusar de la posición de debilidad de los que regresaron confiados en su seriedad.

Ya que el programa fracasó y quemaron la idea, ¿la mejor respuesta a la “fuga” de cerebros es haber ofrecido incentivos económicos para que se devuelvan, o esa plata podría haberse destinado a fortalecer los centros de investigación existentes para que con el tiempo adquieran condiciones para atraer a los científicos colombianos por su excelencia o por su relevancia? Hay instituciones colombianas que atraen científicos fugados y de otros países por la calidad de sus investigaciones o por su foco investigativo. Es otro modelo de atracción y uso de cerebros fugados, quizás no tan llamativo, pero sostenible. Otros colombianos les abren camino a estudiantes colombianos y a proyectos útiles para el país en el exterior. Pero no hay duda de que atraer científicos y técnicos colombianos o extranjeros a las universidades colombianas es deseable y muy necesario. Un grupo de extranjeros refugiados, algunos quizá también engañados, entre los que estaba mi papá, ayudaron a fundar la Escuela Normal Superior en 1937. Allí se educaron los científicos y los maestros de historia, antropología y ciencias de la próxima generación. 

Otro problema serio de las universidades es la deserción que llamó ahora la atención porque las becas del programa “Ser Pilo Paga” se convierten en préstamos condonables si los beneficiarios fracasan o se retiran de la universidad (Tatiana Rodríguez, “Ojalá que los pilos no sean los que paguen”, La Silla Vacía, febrero 12, 2015). Hay que pensar muy rápidamente cómo se suaviza o elimina esta penalidad. Pero lo más importante es que las universidades adquieran conciencia de que deben reducir radicalmente la deserción. En Oxford y en Harvard lo han hecho (5% o menos), pero en Uniandes, por ejemplo, y en la Nacional, muchos maestros creen que tienen que ser cuchillas para garantizar la calidad. No saben el daño enorme que les hacen a los estudiantes y a la sociedad.

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