Columna


Ciudad de contradicciones

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

04 de enero de 2013 12:00 AM

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

04 de enero de 2013 12:00 AM

Cartagena no sólo es una ciudad sui géneris sino de enormes contrastes y grandes contradicciones.
Existe una ciudad con gente muy adinerada que tiene desorbitados ingresos, y mucha gente en extrema pobreza que gana muy poco. Gente que consume alimentos casi hasta la gula y gente que se acuesta sin probar bocado. Esto, que suele suceder en casi todas las ciudades colombianas e incluso en algunos países desarrollados, no es fácilmente aceptable en una ciudad tan ilustre, tan vieja, que fue cuna de la independencia y principio y tronco de la civilización colombiana.
La ciudad se desarrolla en extremos que son muy opuestos y que se repelen, echando por el suelo entre otras cosas la teoría de que los opuestos se atraen.
Para confirmar esta notable contradicción, sólo para poner un ejemplo, apenas hace poco la Alcaldía había sido gobernada por negros; Campo Elías, Nausícrate, Pío Mayo, hoy está administrada por blancos; Otero Gerdts, Benedetti, Lequerica.
Es decir la ciudad no encuentra un punto medio, sino que se debate en posiciones extremas que se contradicen y se rechazan. Y lo más grave, parece no poder conciliarse.
Hace algún tiempo el periodista que firmaba como Mr Tollo escribió un simpático libro que se llama “Cartagena al revés”, donde con fino humor señalaba las cosas insólitas de nuestra ciudad. Por ejemplo que la Droguería Torices quedaba en el barrio El Bosque y la Droguería El Bosque quedaba en el barrio Torices.
Y así, absurda, la ciudad ha venido creciendo, sin unidad, muy dispersa, separada, como un apartheid sudafricano, aumentado  los resentimientos. Cartagena es una ciudad de paso, ciudad arrasada, y fue simple base militar de la colonización española.
Y es que el cartagenero tiene que, de entrada, apenas se levanta, luchar contra una climatología adversa, donde las temperaturas diarias alcanzan hasta 37 grados centígrados. Hostilidad que hace más notable la falta de mobiliario e infraestructura urbana.
Es increíble como la falta de una buena arborización y de una buena movilidad urbana pueda producir tanta desigualdad. Si algo humaniza e iguala a los seres humanos es un buen servicio de trasporte masivo y una ciudad con notables y agradables espacios públicos.
Este pequeño pero importante detalle es el que hace una enorme diferencia, porque ver a unos en este clima tan hostil sortear con éxitos todo tipo de adversidades y ver a otros luchando contra la canícula y las calamidades de la pobreza, produce la famosa envidia cartagenera. No dejar que los otros surjan porque no podemos ser menos que los demás. Pero y lo que es peor, para agravar más la diferencia, está la altivez y arrogancia de la que se jacta el que ha sorteado con éxito dichas adversidades.
El sabio Caldas tenía una teoría que por supuesto los calentanos rechazamos: que las culturas con climatologías por encima de los 23 grados centígrados no sirven para nada.
Necesitamos de manera urgente y como estrategia para la armonización de los conflictos y las diferencias, empezar un programa masivo de capacitación y educación de nuestros cartageneros. Y como complemento muy necesario para hacer más llevadera la diferencia, una buena dotación de infraestructura urbana. Allí empezaría el cambio.

gabrielrodriguezosorio@hotmail.com

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