Columna


Ciudad pirata

JAIME BONET

22 de octubre de 2017 12:00 AM

Probablemente al igual que otras, Cartagena terminó por convertirse en una ciudad pirata, en donde las actividades ilegales son parte regular de los diferentes sectores de la economía. Es triste ver que la piratería persiste y son escasas las acciones para evitarlas. En muchos casos, el ciudadano del común termina afectado negativamente por alguna de esas actividades y por las medidas que la Administración toma para enfrentarlas.

Tal vez una de las noticias más tristes que haya tenido la ciudad en lo corrido del año es el derrumbe de un edificio en construcción en Blas de Leso. Un poco más de dos decenas de personas perdieron la vida, al parecer porque trabajaban en una construcción pirata. Igual de grave es  que se conoció en días pasados que varias de las obras concluidas por la constructora en cuestión no tenían licencia y, por lo tanto, habría que cancelar los registros de esas propiedades en la oficina de instrumentos públicos. Es inimaginable la tristeza por la pérdida de un ser querido o de un apartamento del cual seguramente están pagando un crédito hipotecario.

Otra actividad económica dominada por la piratería es el transporte público urbano. Son miles las mototaxis que circulan, así como taxis colectivos que, en precarias condiciones, se convierten en la única alternativa de movilización de residentes en los barrios marginados. Aunque el transporte pirata cumple una función social y hasta eficiente para muchos, suele ser el resultado de un sector público incapaz de proveer alternativas de transporte formal. Ese transporte pirata tiene alta accidentalidad, que en algunas ocasiones involucra la muerte de ciudadanos.

Más recientemente salió a relucir la existencia de escuelas piratas sin una aprobación oficial, un tema debatido con anterioridad en Cartagena. La Administración, con justa causa, amenazó con cerrar 90 de estas instituciones educativas, lo cual afectaría a unos 1.600 estudiantes de primaria y bachillerato. Al final estos jóvenes terminan siendo otras víctimas de la piratería en la educación.

Para cambiar esta historia, generalmente se recomienda el fortalecimiento institucional. Tristemente eso es lo que no pasa en la administración pública distrital y en varias ocasiones ciertos avances en un periodo de gobierno, son reversados en el siguiente. Las decisiones para controlar la piratería requieren que las distintas administraciones se comprometan a atacarla y a darles alternativas formales viables a los ciudadanos.

jbonetmo@banrep.gov.co

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