Columna


Clase de fútbol

MAURICIO IBÁÑEZ

09 de julio de 2016 12:00 AM

Después de tanto fútbol que vimos en el último mes, me quedaron ganas de asistir a una semana de entrenamiento de cualquiera de estos jugadores modernos, ultra billonarios, top models, y ejemplo de jóvenes de todos los sexos. Imagino que todo empezaría con una clase normal de cardio.

Habría clases de táctica y escape, que consiste en aprovechar la confusión durante una detención para clavarle un taquito al enemigo sin que nadie se dé cuenta. Una versión de esta clase explica, cuando fuiste tú el culpable de la patada, cómo escaparte de la temida tarjeta aprovechando la confusión de amigos y enemigos que rodean al árbitro.

Luego vendría una clase en gritos y gestos. Esta duraría solo 30 minutos, por cuanto todos sabemos que no importa cuántos gritos y gestos le hagas al árbitro, él no va a cambiar de opinión sobre algo que ya pasó y pitó, por más que las cámaras indiquen lo contrario, o más madre que le recuerde el honorable público.

Más tarde vendría la clase estrella del entrenamiento, celebraciones del gol, que incluyen comparsas, rutinas, cantos, burlas, acrobacias, o bien señalamientos, y provocaciones al público si estás jugando de visitante! Luego seguiría la clase de teatro, especializada en fingir caídas y dolores desproporcionados cuando te cometen una falta, por más leve que fuera. Allí te enseñan a retorcerte, revolcarte (¡hasta 20 giros por caída!), ensuciarte, maldecir, llorar y mirar al culpable con sed de venganza.

Seguiría la clase de “dolor y reflejo”, que consiste en aprender cómo simular un dolor en una parte distinta a donde recibiste el golpe. Así cuando te den una patada en el tobillo derecho, a solo 2 metros del árbitro, él quedará convencido, por tus gestos que el golpe fue en el hombro izquierdo. No podría faltar la clase de meditación y oración, en donde te enseñan desde dedicarle el gol a tu dios, hasta rezar en conjunto, abrazados y de rodillas ante una definición de pénales para que te vaya bien y no te tiemble el pie en el momento definitivo.

Estas clases se repetirían 3 veces por semana, y estarían salpicadas por pausas dinámicas como negociación de avanzada”, que consiste en hablarle al enemigo en lenguaje provocador para causarle terror o reacción, o también la clase del trancón y cortesía, donde te enseñan a caminar lo más lentamente posible cuando estás programado para salir del juego, saludando a todo el mundo como alguien que se despide de sus mejores amigos. Desde luego los sábados habría una sección de “peinados, tatuajes y modelaje” que se explica por sí sola.

Lo que queda de la semana, eso de los tiros libres, las boleas y los pases, eso ya es cuestión menor. Eso lo aprenden desde chiquitos.

mauibanez@gmail.com

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