Columna


Comeremos caliza remojada en aceite

JESÚS OLIVERO

17 de julio de 2015 12:00 AM

Para todos es rutinario ir al supermercado y adquirir alimentos básicos costosos. Casi nunca sabemos su procedencia, pero siempre nos preguntamos por el incremento permanente de sus precios, a veces porque vienen de muy lejos en los Andes colombianos, o de Chile, Centroamérica y Europa. Esto es nuevo y obedece a dos cosas: no tenemos una despensa de alimentos frescos y de buena calidad; y las políticas agrarias arruinaron el campo y a sus habitantes.

La despensa natural de Cartagena debería ser los Montes de María. No hay más. Esta es una tierra fértil que antes brindó gran parte de nuestros alimentos y ya no. Luego de la violencia de los grupos ilegales, muchos campesinos migraron a los cinturones de miseria de Cartagena y otras ciudades, algunos vendiendo su tierra a multinacionales nacionales por precios irrisorios. El resultado es evidente: pueblos fantasmas allá, barrios periféricos llenos de desplazados acá y de comida barata y buena, muy poco.

Nuestros gobernantes no hablan de Montes de María como despensa, sino como frontera agrícola de monocultivos y minería, lo contrario a su razón de ser. En los últimos años, la destrucción de la minería da escalofríos. La extracción de caliza y otros materiales de construcción está desbordada y sus montañas las cortan como pasteles de cumpleaños. La frágil biodiversidad tampoco cuenta, desaparece a pesar de su riqueza genómica, la cual estamos lejos de conocer, con especies aún sin reportar. Y ni hablar de las fuentes de agua.
Hoy recibí la desagradable noticia de que en el primer trimestre del 2016 también tendremos sequía intensa por El Niño, lo que disparará los precios de los alimentos. Urge que los gobernadores de Bolívar y Sucre conversen sobre el futuro de la seguridad alimentaria y de erradicar la pobreza en los Montes de María. Igual, todos debemos aportar ideas, compartirlas con los tomadores de decisiones. Si seguimos así, comeremos caliza remojada en aceite de palma.

¿Qué sucedería si los campesinos desplazados regresaran a sus tierras con garantías? Disminuiríamos la pobreza en la ciudad y en el campo, y lo mejor, tendríamos más variedad y cantidad de alimentos con excelente precio. Siempre soñé con la canasta montemariana. Cinco mil familias en Cartagena recibiendo cada quince días en su casa alimentos frescos, sin pesticidas: frutas, suero costeño y huevos criollos a una fracción del precio de los supermercados, pero llegando a nuestros campesinos, quienes necesitan apoyo.

Pero estamos cada vez más lejos del desarrollo sostenible. Debatamos mirando más allá del horizonte. El futuro no es solo infraestructura, sino agua y alimentos buenos para sobrevivir.

@joliverov 

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