Columna


Con dolor en el alma

RODOLFO SEGOVIA

24 de mayo de 2014 12:02 AM

El preámbulo de las justas electorales del 2014 ya en la recta final ha pasado de opaco a lacerante. Poco parecía acontecer, las ideas asomaban apenas, hasta cuando la angustia inspiró trapisondas. Colombia gime. En mala hora llegaron los J. J. Rendones y sus imitadores a distorsionar verdades y sembrar mentiras. Vilipendian la democracia y ofuscan que el elector decida bien informado.

Una cosa es desconsiderar al adversario con verdades incómodas y hasta atribuirle para contradecirlo pensamientos que no ha expresado, y otra espiar o calumniar. Se ha traspasado la raya. La opinión registra con dolor en el alma el envilecimiento de los comicios. La lucha por el poder que se santifica en las urnas no exime de ceñirse a la ética, con más veras quien pretende gobernar.

Por otra parte, para que la democracia funcione es esencial que los medios de comunicación registren con neutralidad. La presentación de la noticia es tan importante como su verdad. Desinforma el condenar al pie de página unas noticias y resaltar otras según las simpatías del medio. Espacio hay para los comentarios editoriales en pro de sus querencias. Privilegio del dueño.

Los conglomerados informativos de Colombia andan lejos de la imparcialidad noticiosa, en parte porque los intereses del grupo económico a que pertenecen condicionan sus simpatías. Ha sido notorio como la llamada Gran Encuesta recibió primeras páginas y despliegues de página entera mientras punteaba el Presidente, pero pasó sottovoce a página interior, una vez se le dio alcance. Las redes sociales no dan todavía para contrarrestar a la Gran Prensa y sus medios visuales.

La desventaja se acentúa cuando el aspirante que amenaza comete un grave error y al negar lo vuelve viral. En política tapar una embarrada es peor que cometerla. Atenta contra la confianza pública, precioso activo de un candidato. A Richard Nixon no lo tumbó el espionaje a sus contradictores demócratas en Watergate, sino el haber mentido reiteradamente en público sobre su conocimiento previo de las travesuras. Al candidato del Centro Democráticose le vino el escaparate.

Un volcán de lodo cubre a Colombia. Feo. Hasta la paz se ha perdido en la lava, ensombrecida ella también por el indecente anuncio prelectoral de un avance en las conversaciones con la guerrilla. Por decoro, y sin consecuencias después de año y medio de interminables conversaciones, bien se ha podido posponer unos días.

En 1697, mientras defendía Cartagena contra los piratas, don Sancho Jimeno era ya testigo de la encarnizada guerra sucia que precedió el cambio de dinastía en España (1701). Los pretendientes en Francia y Austria atacaban a conseja limpia para hacer valer sus derechos. Se jugaba el destino del imperio americano. No existía el recurso electoral. A los españoles no se les preguntó. El diferendo se dirimió en un  largo conflicto mundial de crueles consecuencias: la Guerra de la Sucesión Española.

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