Columna


Conocer los hechos

RICARDO TROTTI

18 de abril de 2015 12:00 AM

El Newseum (museo de las noticias) en Washington homenajea las libertades de prensa y expresión. Los grandes avances de la humanidad y sus batallas contra la opresión inundan los pasillos. Un pedazo del muro de Berlín, la imprenta de Gutemberg, utensilios de tortura, el primer satélite de comunicación, la antena de las Torres Gemelas, tapas de diarios anunciando la llegada a la Luna, el desembarco en Normandía, la destrucción de Auschwitz, el asesinato de Martin Luther King. Pero entre todo, se destaca una simple frase de Abraham Lincoln: “Que la gente conozca los hechos, y el país estará a salvo”.

La recordé esta semana al leer un artículo de La Nación, de Buenos Aires. Trata sobre cómo el gobierno argentino intervino el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en 2007 y desde entonces manipula los datos económicos.

A través del entonces temible secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el gobierno inventó mentiras, falseó datos y generó una cascada de errores que desdibujaron la pobreza, indigencia y crecimiento. Peor aún, generó desconfianza e incredulidad, valores para atraer inversiones y buscar crédito internacional.

La denuncia de La Nación es periodismo de alto vuelo. Desnuda a un gobierno mentiroso que degradó a un Instituto antes modelo de eficiencia en América Latina. Muestra que los intereses del Gobierno se antepusieron a los de Estado y nación. Escondiendo pobres, inflación y sin estadísticas confiables, ningún país puede crear estrategias de crecimiento. Evaporar pobres no desaparece el problema, lo potencia. Sin datos no hay paliativos y la falta de estrategia deriva en asistencialismo, dádivas y corrupción.

En este país del Newseum, también Barack Obama oculta información y es criticado por clasificar mucha de ella como top secret, para alejarla legalmente del público por 30 años. Lo importante de esa democracia es que la frase de Lincoln está imbuida en su cultura. El Gobierno debe entregar información de interés público a través de la ley de acceso a la información pública de 1966, que penaliza no entregar datos.
Cuando este tipo de leyes no existe o el Estado no se siente obligado a responder, como en el caso argentino, la democracia se debilita. Con la verdad manipulada, el Gobierno comete más abusos con impunidad. La relación estrecha entre mala o poca información, corrupción y nivel democrático, se ve en los índices anuales de Transparencia Internacional.

Notas como las de La Nación serían un lujo en países con menos democracia que Argentina. Ese artículo no lo podría publicar El Nacional de Caracas sin atenerse a las consecuencias. Por denuncias menos profundas, el gobierno de Maduro adoptó contra ese y otros diarios críticos e independientes, restricciones y represalias como cortar el suministro de papel y otros insumos para la imprimirlos.

El Nacional y otros diarios languidecen; pero también la democracia. Cuando el Gobierno trata de desmejorar el periodismo, impide acceso a la información pública, manipula los datos, va a contramano de la enseñanza de Lincoln, la democracia ni un país estarán a salvo.

trottiart@gmail.com

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