Columna


Conspiración en el Waldorf

DARÍO MORÓN DÍAZ

01 de agosto de 2015 12:00 AM

En la habitación 1162 del Waldorf Astoria, en octubre de 1903, Philippe Bunau Varilla y el médico Manuel Amador Guerrero, secretamente, acordaban las fases que debían cumplirse en menos de 15 días para que la separación de Panamá fuese una realidad y se procediera a construir el canal por el istmo. La crónica de la conjura es relatada por el abogado Juan D. Morgan en su libro: “Con ardientes fulgores de gloria”(1). Escrito con el seudónimo de Jorge Thomas, el autor panameño relata en una novela histórica las peripecias del periodista Henry Hall, que trabajó en el periódico de Joseph Pulitzer, “The World”. Thomas ubica a los actores de la conspiración separatista en Panamá, Paris, Washington, Nueva York y Bogotá.

Al inicio de su relato sitúa a Henry Hall en 1931, en París con Philippe Bunau Varilla. El periodista se propone descubrir quién recibió los 40 millones de dólares que Estados Unidos pagó a la compañía francesa. Hall logró vencer la vieja antipatía que sentía por el francés debido a la posición contraría de este contra Pulitzer. Con decisión acude a la residencia de Bunau Varilla, en el número 53 en la Avenida D’lena, buscando la verdad. Años antes, en 1903 el francés contactó al médico Manuel Amador Guerrero, enviado por los panameños a comprometer al presidente Teodoro Roosevelt para que apoyara la separación. Pero Bunau Varilla es quien establece el contacto con el secretario de estado John Hay y con Roosevelt, sin permitir al médico Amador estar en los intríngulis de la conspiración.

Panamá tuvo el apoyo de Estados Unidos, que acudió al tratado de 1846 que acordaba que ese país protegería el  ferrocarril transístmico con sus barcos, con ello impedirían que las tropas o barcos colombianos llegasen a Panamá a sofocar la rebelión. La conspiración fue posible debido a que el gobierno conservador de José M. Marroquín y los nacionalistas de Miguel Antonio Caro estaban más interesados en la elección entre Rafael Reyes y Joaquín F. Vélez. No se preocuparon por el tratado Herrán-Hay que fue rechazado por el Senado, el 12 de agosto de 1903; amén de que miraban con desprecio al departamento de Panamá que había quedado diezmado después de la guerra de los mil días.

Los conjurados Manuel Amador Guerrero y José Agustín Arango no dominan el poder en la Panamá independiente y así el rabulesco Bunau Varilla, un francés, fue nombrado ministro plenipotenciario de Panamá en misión en Washington donde acordó con Hay y Roosevelt la protección de Panamá como nación independiente y de contera según sospecha Hall obtuvo los 40 millones de dólares. Esto al final no pudo comprobarlo.

(1)Thomas J. “Con ardientes fulgores de gloria” Edit. Grijalbo.

*Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.

dmorond@gmail.com

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