Posesionado el nuevo gobierno y enterado de los grandes problemas que enfrenta Colombia, empiezan a correr esos primeros 90 días en los que se pasa de la retórica de la campaña a la realidad de ejecutar los planes propuestos para darle ese nuevo aire que todos esperamos para nuestro país.
Uno de los temas críticos a los que se enfrenta el recién nombrado presidente y que se ha convertido en uno de los factores que interfieren directamente en el desarrollo de Colombia y en la percepción negativa que tienen los ciudadanos sobre el país es la corrupción.
Es tan grave la situación, que el próximo domingo los colombianos acudiremos a una consulta popular donde se plantean grandes cambios que buscan disminuir este flagelo, que tiene un costo altísimo, y que además, tiene la amenaza de la abstención. La consulta, que tiene muchos seguidores y algunos detractores, es el reflejo de la voluntad de un cambio en el modo de hacer las cosas de muchos colombianos, el ciudadano del común está cansado de ver cómo se dilapidan los recursos y cómo estos van a parar a los bolsillos de unos pocos que se enriquecen a costillas de los contribuyentes y que no dejan que Colombia tenga el progreso que todos queremos.
A propósito del tema, esta semana se viralizó el reguetón de la corrupción, un video donde el famoso columnista y Youtuber Daniel Samper, satiriza de manera ejemplar la situación, promoviendo la consulta y que los colombianos salgamos a votar este domingo, pero más allá de lo cómico que pueda ser y del deseo de los colombianos de controlarlo, las cifras de corrupción en Colombia son alarmantes.
Según el Índice de Transparencia Internacional en 1995 estaba en 34 sobre 100, veinte años después Colombia tiene una calificación de 37 sobre 100 y ocupa el puesto 90 entre 176 países que se comparan y miden con este índice, los avances después de dos décadas parecieran ser prácticamente nulos.
De nada ha servido seguir las recomendaciones del Banco Mundial y de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico –OCDE-, tampoco las leyes de acceso a la información pública y de reducción de trámites, así como tampoco ha demostrado resultados importantes el estatuto anticorrupción, según el estudio de la Universidad Externado seguimos igual que hace 20 años, ocupando un puesto dentro del deshonroso ranking de los 10 países más corruptos de América Latina.
Así mismo, según explica el estudio, este sector representa una de las barreras para el desarrollo del país, el dato de que el sector salud representa el 11% de los procesos de responsabilidad fiscal derivadas de irregularidades es muy diciente y explica en buena parte la crisis que viven las EPS y los hospitales colombianos.
Las cifras del flagelo tienen tantos ceros que se calcula que pueden llegar a ser un 1,6 por ciento del producto interno bruto, que traducido a pesos rondarían los 9 billones de pesos anuales. Quiere decir que con lo que se desvía a los bolsillos de los corruptos en un año, se podrían saldar las deudas del sector salud que en este momento se calculan en 8,5 billones de pesos.
El panorama no es el mejor y las cifras demuestran que la lucha contra la corrupción debe ser uno de los grandes retos del nuevo gobierno, ojalá por el bien de todos, el presidente Ivan Duque, su equipo y todos los colombianos podamos controlarla y seamos capaces de llegar al camino del desarrollo que todos esperamos.
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