Columna


Crédito agropecuario IV: las garantías

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

12 de julio de 2015 12:00 AM

Sísifo fue condenado a empujar una roca montaña arriba, que antes de llegar a la cima rodaba y el condenado debía reiniciar su tarea. Así les pasa a los productores rurales, que con la fuerza de sus expectativas y al vaivén de la producción, el clima y los precios, cargan el lastre de sus deudas, amarradas a hipotecas leoninas y exclusivas que, justo antes de liberarse, caen nuevamente en la refinanciación o reestructuración, con la misma sobregarantía y las manos atadas para acceder a recursos frescos y mejores condiciones.

El crédito al productor es insuficiente y una de las razones –ya la vimos– es la fuga de recursos crediticios hacia actividades como la industria y el comercio, que son eslabones de las cadenas pero no hacen parte del sector y, por lo tanto, no deben sustraer recursos del instrumento diseñado para ofrecer crédito al productor primario.

Otra razón es la barrera de las garantías, infranqueable para quienes no poseen un inmueble o son tenedores sin títulos, carencia que aqueja al 50% de los predios rurales, en su mayoría de pequeños productores sin acceso al crédito. Quedan los que entregaron su predio en garantía a un banco que, generalmente, los atrapa con prendas muy por encima del valor de las acreencias, lo cual representa una asimetría a la cual se suman los costos imposibles que tal condición incorpora a la hora de pretender liberarse.

En nuestro país el mercado de crédito ordinario –o urbano si se quiere– es de vendedores, con una banca a la caza de clientes que se dan el lujo de escoger, negociar y moverse de una entidad a otra por mejores condiciones. El de crédito agropecuario es un mercado de compradores, en el que las entidades no hacen nada por captar clientes, pues el productor es quien debe buscar el banco que lo acepte y literalmente, amarrarse a sus condiciones.

La diferencia es evidente. Como clientes urbanos recibimos todos los días tarjetas de crédito que no pedimos y ofertas atractivas de compra de cartera. Como clientes rurales nadie se pelea nuestras deudas y cambiar de banco es una aventura de costosas liberaciones y nuevos otorgamientos, sin el aliciente de condiciones realmente mejores. 

Desde la dirigencia gremial he propuesto una alternativa a esta trampa de inmovilidad de las garantías. Para el crédito de redescuento y aún para la cartera sustitutiva, Finagro debe convertirse en administrador de garantías rurales colocadas allí los productores a partir de avalúos comerciales.

El usuario podrá buscar el banco más conveniente y, cuando se requiera, Finagro expide certificación de garantía por valor ajustado a la aprobación –normalmente 130%–, que debe ser aceptada por el intermediario financiero. Así, el productor rural no solo puede escoger banco y condiciones, sino que se libera de hipotecas exclusivas y sobregarantizadas.

Si se aumenta la oferta taponando la fuga de recursos hacia otros sectores y se facilita la movilidad de las garantías y de la cartera misma, se democratizará el acceso al crédito agropecuario, finalidad incuestionable de Finagro.

*Presidente Ejecutivo de Fedegán

@jflafaurie


 

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