Columna


Cresencio

FIDEL A. LEOTTAU BELEÑO

17 de diciembre de 2014 12:02 AM

Murió un sábado y su sepelio fue en domingo. Incontables esos mismos días para los de la Región Caribe, Colombia y Latinoamérica, que bailaron las canciones del villanuevero Cresencio Camacho Olivo.

Temas pegajosos como Tú no vales nada, Compadrito o Falta la Plata, la misma canción que grabara cuarenta años después el Joe Arroyo y quiso que el maestro le acompañara, pero él declinó por el eterno temor a volar y le dijo: “Grábala con Meléndez”.

Un día el cantante nos decía, “mi vena musical me viene de los Olivo, imagínate que los Camacho ni saben bailar. Mi primo, otro gran villanuevero, Nelson García Olivo, era mayor que yo como quince años, todo un señor músico, estudió en un Conservatorio de Panamá, se paseó por el mundo y era bilingüe. Se codeaba con Adolfo Mejía y en la Orquesta Sosa Jazz Band, en los treinta, alternó con Pacho Galán y Antonio María Peñaloza y todos ellos lo elogiaban”. 

Fue compositor pero su fuerte era cantar. Lo decía, “Dios me premió con la voz, con ella levanté a mis siete hijos y este hermoso hogar”, y reinaron en él durante sesenta años muchas de las características de la tesitura de la voz: timbre, volumen y medida.

Nos hablaba mucho de sus recuerdos villanueveros y de sus viejos, Rafael Camacho y Ana Isabel Olivo. Del viejo Rafa y su cantina en el pueblo, nació su primer empleo una vez prestado el servicio militar, porque un inspector de rentas, parrandero empedernido, tenía crédito allí, y éste lo nombró guarda en Santa Rosa. Allá conoció a su esposa Esther Vivanco.

Con otro villanuevero, Pedro Batista, y varios amigos integraron el grupo que él denominaba “El rebusque” porque tocaban en la zona de tolerancia de Tesca. Decide radicarse, para siempre, en esta ciudad y se conoce con Pedro Laza, quien lo llevó a grabar en el sello Fuentes. El jefe Daniel Santos, con la Orquesta de Pedro Laza, grabó unos temas y el maestro Cresencio hizo parte de los coros.

Luego y por casi doce años se radica en Sincelejo, cuando es contratado por el saxofonista Rufo Garrido y graba muchos porros y cumbias con la orquesta Danubio Azul. Escribió páginas musicales como Chicharrón Pelúo, Avelina, La calle, La negra, Cayetano baila, La boquillera, con Pedro Laza. También fueron éxitos con Rufo Garrido: No tengo la culpa, Compadrito, Te coge el toro, Falta la plata, La cumbiamba, La carestía, entre otros.

Ayer en el parque cementerio Jardines de Cartagena, familiares y amigos dieron su último adiós y no podía faltar el de tu amigo. Crese, con el sabio te digo: “si la música es el lenguaje que permite comunicarse con el más allá”, escucha mis oraciones.

 

fidelalejandro@costa.net.co

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