Columna


¿Crisis de liderazgo?

JORGE TIRADO NAVARRO

11 de abril de 2017 12:00 AM

Adolfo Meisel sostiene que la Costa Caribe padece una crisis de liderazgo político que le dificulta incidir en las grandes decisiones de Estado, lo que resulta paradójico ante el enorme poder electoral de la región. Señala como causas, entre otras, la bonanza cafetera que tuvo lugar en Antioquia y el eje cafetero y su posterior industrialización; la fragmentación de Bolívar y Magdalena en ocho departamentos pequeños, generándose una segmentación excesiva del poder político regional; la poca preparación de la tecnocracia costeña; la heterogeneidad de los departamentos al actuar en defensa de los intereses regionales; y la falta de una dirigencia fuerte en el Caribe.

Para superar esas deficiencias y trascender en el ámbito nacional, hay que formar jóvenes con capacidad de ser presidenciables, impulsores de la agenda de prioridades de la región, como lo sugiere el citado economista. Así, es necesario proscribir la inveterada costumbre de ceder los votos de la región a una candidatura presidencial del centro del país, para mantener el poder burocrático y electoral en el ámbito local, con fines reeleccionistas, sin influir en los grandes debates nacionales y castrando –de tajo- la vocación de poder nacional que debe animar el ejercicio político.

Sería bueno escuchar voces de liderazgo alrededor de la paz, del diferendo con Nicaragua, de la economía y la reforma tributaria, de la inversión en infraestructura, y de la reforma a la justicia; también en políticas públicas y proyectos estratégicos para una región tan empobrecida y desigual como la nuestra.

Para mejorar la dirigencia Caribe, y el acceso de sus gentes a cargos de dirección nacional, se debe diseñar una política pública que mejore las oportunidades de educar a su población, pues nuestro recurso humano está menos preparado y en desventaja en la competencia de acceso al poder central. Las becas de excelencia del Banco de la República y Colfuturo favorecen en su mayoría a egresados de universidades de Bogotá, Antioquia y el Valle.

Alcaldías y gobernaciones, en asocio con la empresa privada, deben diseñar un programa de ‘crédito beca’ que permita a los mejores bachilleres de la región acceder a la universidad, premiando a los mejores con estudios de maestría y doctorado, aquí o en el exterior, lo cual contribuiría a mejorar la calidad de la tecnocracia local al estructurar proyectos prioritarios.

La ausencia de dirigencia también atrofió nuestros valores, pues una de las tareas primordiales de un líder es señalar los criterios que deben guiar a una sociedad; y hemos perdido de vista que sólo mediante el trabajo arduo, el sacrificio denodado y el comportamiento ético podremos superar el rezago económico y social que nos separa del centro del país.

*Abogado y Filósofo

jat2183@columbia.edu

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