Por aquellos tiempos, mitad del siglo XX, Sincé, en el corazón de las sabanas del Bolívar Grande, era de los pocos pueblos en el País del Sagrado Corazón que se comunicaba con todos los pueblos del mundo y en el que el oficio de telegrafista gozaba de la más alta estima y valoración.
A tal punto, que para aprenderlo había que contar con la recomendación de don Augusto Espinosa Meza, haber nacido en el barrio Guinea y ser de “extracción azul”, además de conocer y saber la dirección de las personas “a quienes les podían llegar telegramas desde Barrancabermeja, El Centro, Barranquilla, Cartagena y demás”.
Ya surtidas las obligatorias recomendaciones con don Augusto, el primer peldaño a subir en la decorosa carrera de telegrafista era del de cartero, vacante que muy pronto dejaría don Evaristo Acosta Valet, quien estaba en vísperas de ser promovido al cargo de Telegrafista Auxiliar.
Dependiendo de la noticia que trajera en sus lacónicas y precisas líneas el telegrama, el cartero también debía ser diestro en el arte de su entrega para evitarle al destinatario impredecibles reacciones que terminaran por acabar con la promisoria carrera del portador de las buenas o malas nuevas.
En esas de aprendiz de telegrafista empezaron, un 21 de Octubre de 1949, las andanzas de Eutimio Rafael, el hijo de la Niña Pepa y Euclides, previo el paso de Cartero de la Oficina Mixta de Correos y Telégrafos del Municipio de Sincé, ese particular territorio en el que la realidad se transmuta en magia y Macondo se configura como una vastedad de cotidianidades, con límites y mojones, en el que el gitano Melquiades es otro vecino más.
Cuanto tiene de fondo esta memoria del cronista Hernández Gamarra, es la expresión de una identidad definida de manera integral y totalizadora en las dinámicas de un devenir que cuanto hace es reafirmarla y recrearla en provecho de todo ese acervo de tradiciones, costumbres, habla, pensamiento, modos y expresiones, que caracterizan al sinceano.
Y lo definen único en su perfil humano, sociológico y cultural, entre el conjunto de identidades que se entrecruzan y convocan en este Caribe universal.
Sincé, su ser y existencia, son únicos; los imaginarios de fabulación y magia solo en sus pobladores adquieren el carácter y naturaleza de realidad cotidiana; de experiencias vitales de común y sucesiva ocurrencia.
Acontecen y las provocan con la mayor naturalidad porque son su ethos; la carta de identidad con la que se presenta y dejan saber de su especial manera de ser; de su condición de protagonistas y cronistas de andanzas y travesías por el paisaje de una vida grata y provechosa en venturas.
Seguirá…
*Poeta
CRISTO GARCÍA TAPIA*
@CristoGarciaTap
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