Columna


Cruda realidad política de Sucre

GUSTAVO MONTES FERNÁNDEZ

14 de octubre de 2014 12:46 PM

(Análisis e informe especial)

Para equivocarse siempre hay tiempo y en eso la clase política de Sucre es experta induciendo a errores a todo un pueblo, pensando en intereses sectarios antes que comunitarios.

Tenemos políticos que se mueven hábilmente e imponen el gobernador y los alcaldes, siendo incapaces de llegar a un consenso por el bien de Sucre, aun teniendo un potencial de unión que no se arriesgan a explorar por físico miedo a perder sus parcelas; desconociendo que el verdadero "negocio" es que a Sucre le vaya bien en progreso e inversión social, lo cual los afianzaría  como una clase política de vanguardia tipo Antioquia, donde al momento de empujar el desarrollo todos se unen, todos ponen, todos ganan, principalmente la comunidad como debe ser.

Desconocer que existe un electorado cautivo en Sucre, es oponerse a la realidad. Sin realidades asumidas no existe la mínima posibilidad de comenzar una ola de progreso para el segundo departamento más pobre de Colombia. Es crudo pero real y nos ubica en una democracia de mentiras. Veamos.

La casa política Pestana, incluida su senadora Yamina y el jefe natural Pedro Pestana, tiene influencia en Sucre; es veraz lo cual no es indicativo que solos puedan hacer las cosas. ¿Que han obtenido algunos logros para el departamento?, es verdad, por ello tienen compromiso de ser asertivos en las próximas elecciones, pensando en el futuro de Sucre y político de ellos, porque si persisten en implantar neuronas disminuidas por el paso del tiempo, e insistir en el pasado donde la experiencia actual habla del desgaste de los años en las personas, no sólo hacen daño a Sucre, sino a su movimiento. Lo más seguro es que con candidato fugaz se presten a la talla política, juego peligroso para Sucre y para ellos porque después su "carta" no va a querer retroceder. 

Existen otros actores, a quienes las premisas anteriores también les aplican. Yahir Fernando Acuña Cardales, el controvertido personaje representante a la cámara por Sucre es uno de ellos, independientemente de que le guste a algunos y a otros no. Acuña es determinante en lo que pase en las próximas elecciones en Sucre. De antemano afirmo que no será aspirante a la gobernación de Sucre, porque aunque sea bueno o malo, lo que es más real es que no es bruto ni estúpido, por muy arriesgado que sea, para someterse a ese aplanador ejercicio que acabaría irremediablemente con él -aun siendo elegido-además de perder su movilidad a nivel nacional con la credencial propia que sustenta y ha sabido hacer valer. Esa equivocación no la comete Acuña, es cuchillo para su propia garganta. Además el ser candidato no le garantizaría elegirse por muchas posibilidades o  seguridades que maneje. Los que creen que Acuña es estúpido no lo analizan.

El error de Acuña seria tratar de imponer y no consensuar; si impulsa a alguien supuestamente "agachado" muy cercano a él, es equivocado, cocinará su traición que ya se escucha en los pasillos; por mucho que le carguen la maleta o se crean sus pioneros y tutores, son el principal peligro para Acuña. Históricamente la puñalada trapera se cuece en los cercanísimos. Acabando políticamente con él, no procurarán sus "amigos" el bien para Sucre sino el mutuo propio. Ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre, pero que cumpla, es la decisión sabia. No se trata de decir si Acuña es el más malo, regular o bueno en Sucre, pero hay que anotar que habrá más malos, más buenos, iguales, peores o mejores que él, según el gusto. La debilidad de Acuña es la adulación y esa sí que es un francotirador. Su astucia política juega. Su futuro jurídico igual es expectante.

Si piensa jugársela con su esposa como candidata a la Gobernación, es una posición candela y la candela quema. Vaticino que primará el sentido común buscando garantías de afianzar su posicionamiento, cumplimiento y hasta mejoría de su imagen, esta última porque su círculo familiar va creciendo en edad y comienza a analizar, igual quiere prolongar su permanencia en política. Todo ello importa.
Nicolás Guerrero, representante a la Cámara, tiene un  espacio, debe saber moverse si no lo quiere perder. La dualidad no cabe, tiene que tomar decisiones  con la cabeza, alejarla del apegamiento a un círculo cerrado que lo asfixia y no se da cuenta de que el egoísmo es el mejor abono para acabar con los proyectos. Tiende a equivocarse. Su credencial depende de lo que haga en las próximas elecciones y sus  resultados de votación a la Cámara no los puede sobredimensionar al punto de creerse más de lo que es,  porque sería su daga mortal. El apasionamiento y el cositerismo lo conducen a llevar lo político a lo personal en peleas desgastantemente estériles. Eso no es actuar con inteligencia.

Mario Fernández, senador por Sucre, tiene su fuerte en el Partido Liberal y cercanía al secretario del partido, el sucreño Héctor Olimpo Espinosa, de la casa Gaviria. Mario tiene cualidades de sensibilidad que hay que saber interpretar en su afecto plano y  áulico aislamiento, que le maquillan múltiples graves defectos. Excepto por sus liberales amistades tiende a rodearse mal y ello se refleja en sus errores. El ser sobrino del alcalde de Sincelejo lo pone en un papel aportante para jugar en la elección del gobernador de Sucre, donde su máximo error sería tratar de imponer o acaparar, porque deja el espacio de la alcaldía de Sincelejo huérfano y de ser así no terminará en ningún lado. Pertinente es anotar que Yahir Acuña va por esta alcaldía con candidato propio y fuerte. Mario debe saber que es el siglo XXI y la política de la "hamaca" está mandada a recoger. Su juventud bien aprovechada sería un aporte. No me sorprendería verlo en alianza con Acuña por inverosímil que hoy suene. De hecho ya fueron socios, entonces ¿qué es lo sorprendente de que lo vuelvan a ser? 

A Antonio Correa, senador con influencia en Sucre, le falta entender que Sucre es un potencial político y como tal requiere presencia constante, en lo cual falla. El compromiso institucional es fundamental. Le gusta la gestión. Ha cometido errores que ha pagado, como su fracasada estrategia en la pasada campaña a la gobernación de Sucre. Debe entender que lo único importante no es la credencial al Senado, que sin base real se desgasta. Es importante su movilidad en la construcción de una nueva gobernación para Sucre y por supuesto los poderes locales. Sabe que si la clase política de Sucre insiste en imposición y monigotes antes que en mandatarios conscientes y comprometidos con el desarrollo y por supuesto respetuosos y cumplidores de acuerdos políticos cumplibles, seria irreparable pérdida para el departamento por el momento que atraviesa, aun cuando dicen que Sucre aguanta todo. ¿Puede y quiere hacer algo? He allí las preguntas. Por supuesto bregará a defender sus “predios”.

Julio Miguel Guerra Sotto, el lapicero de la gobernación (hijo del gobernador) y su credencial de Senado (demandada) lo ponen a jugar en las próximas elecciones. Si se deja apoderar del oído caliente -su inexperiencia e hijo único con dinerito, lo hacen susceptible a ello- estaría destinado a desaparecer. Su posibilidad de conservarse es haciéndose socio y participe de la próxima gobernación. Si se obstina en conservar la gobernación en cabeza de alguien íntimo será sacado del partido. No tiene otra opción, aun cuando le hagan creer lo contrario. El apasionamiento en política es veneno. Debe pensar que verdaderos emporios económicos han caído y seguirán cayendo, ahora los que no son tan verdaderos.

Teresa García, senadora muy distante de saber qué es la política y en Sucre menos, su todo es el entorno de su hermano Álvaro García Romero, quien cada vez observa más extinguida su llama de poder por obvias razones, y su hermana no es que le ayude mucho a conservarla porque le fastidia la gente política. Solo su protocolo le permite manejar hasta cierto punto la situación sin que llegue a lograrlo del todo. Es una ausente en potencia, sin que esto demerite sus cualidades de persona diplomática, un poco menos de lo que pensé.

Su capacidad de gestión apenas está a prueba. Teresa sabe que no pueden poner gobernador cómo antaño y a regañadientes se acomoda ayudando a elegir. No tiene química ni física con Acuña y no sé hasta qué punto logre soportar. En definitiva su hermano Álvaro será quien jugará las cartas, y las jugadas no son muchas. No se pueden menospreciar las capacidades políticas de él.

Antonio, María del Rosario y Joselito Guerra (que se esfuerza en decir que no participa en política, pero es la principal neurona de la familia), están expectantes a lo que pase con las aspiraciones y que no les pase los que le sucedió con el hoy gobernador, su tío Julio Guerra, que lo eligieron y después no contaron. Joselito es un armador que si se le da la oportunidad va a participar en la elección del próximo gobernador de Sucre con acciones valederas. Tienen los Guerra de la Espriella un electorado que van a  presentar como acreditación para tallar en la elección del nuevo gobernador. La sapiencia política de Joselito le apostará a candidato que sea elegible, al cual él tenga acceso, sin ser determinante si es de otras toldas, de ninguna o de la de él. En últimas si no ve cabida hace ejercicio con candidato propio.
Los Merlano del exsenador Jairo Merlano lucharán por aportar y sobrevivir. 

Nos guste o no, la realidad hay que afrontarla y he aquí los protagonistas a elegir a las venideras autoridades municipales y al próximo gobernador de Sucre, en estos ires y venires de la mecánica electoral, donde los programas de gobierno desafortunadamente no importarán. ¿Es triste? Sí, tristísimo. ¿Es verdad?: es tan real como que el planeta en que vivimos se llama tierra. 

Milagros como tal no espera Sucre, lo más cercano a ellos es que se dé -en el caso de la gobernación- un gobernador que entienda y se comprometa con un Sucre en vía al desarrollo equitativo, disminuyendo la desigualdad y de paso le cumpla a la clase política, entre otras haciéndole entender que lo más rentable es un Sucre para todos. ¿Lo entenderán?

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