Con la prohibición de mototaxistas en los barrios Bocagrande, Pie de la Popa, Manga, El Cabrero y Crespo, el alcalde Manolo envió un pésimo mensaje al resto de la ciudad: “Señor sicario: vaya a matar a otra parte, pero déjeme a los ricos quietos”.
En ese momento anunció que se trataba de un plan piloto que solo duraría tres meses, pero ya se superó ese período y la restricción continúa, mientras en otros sectores atracadores y matones, que no entienden de planes pilotos y actúan permanentemente, siguen sembrando la zozobra entre residentes y comerciantes, quienes ya identifican la moto como el vehículo exclusivo para la delincuencia y no para el simple transporte.
No es invento mío. Lo dijo, ante el Concejo Distrital, un dirigente comunal del barrio Alto Bosque: “Hoy vemos a los niños creciendo en medio del pánico. No pueden ver una moto, porque enseguida corren a esconderse…”.
Hubiese sido formidable que el mismo día que los habitantes de Alto Bosque fueron a exponer sus penas ante el Concejo, también lo hicieran los de El Recreo, Tacarigua, Alameda la Victoria y Los Alpes, donde la delincuencia motorizada es de vieja data, ya que son barrios con varias salidas y entradas, lo que facilita el accionar y huida de los forajidos.
La misma situación la hay en otros sectores donde los residentes terminaron acostumbrándose a permanecer con las puertas cerradas y sin derecho a recrearse en esquinas y parques. Mejor dicho, las víctimas prisioneras, y los victimarios usando su libertad para reducir la del prójimo.
El asunto no es de poca monta. Necesita una solución de iguales magnitudes, pues los pocos forajidos que utilizan la moto para atracar y asesinar están enlodando a los mototaxistas honrados, quienes, a su vez, son el producto natural del deplorable transporte urbano que opera en Cartagena.
En tanto que la Personería Distrital exige que las soluciones favorezcan a toda la ciudad, los mototaxistas amenazan con organizar un bloqueo vial de grandes proporciones, en caso de que a las autoridades se les ocurra restringirlos en otros barrios.
Lo que sí está claro es que en este asunto la única determinación con pretensiones de trascendental que se ha tomado en los últimos meses, tuvo como detonante la muerte de un importante dirigente deportivo en el Pie de la Popa, pero no fue una solución que respetara el eslogan “Primero la gente”, sino una salida, sin duda, presionada por quienes equivocadamente se sienten (gracias a su poder monetario y a sus apellidos) por encima del derecho colectivo.
Lo triste es que el alcalde Manolo, traicionándose a sí mismo y traicionando a quienes lo eligieron, asumió el juego de los poderosos.
Y seguirá en las mismas, si es que antes no le toca (no lo permita Dios) experimentar lo que siente una víctima cuando la intimidan desde el cañón de una pistola.
*Periodista
ralvarez@eluniversal.com.co
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