Columna


Cultura educacional

JUAN ANTONIO MORALES ARRIETA

01 de agosto de 2014 12:02 AM

Juan Ricardo Ortega, el ex director de Dirección de Impuestos Nacionales, planteaba con preocupación: “Cuando a uno lo educan en Colombia como a mí me educaron, lo preparan para repetir, para decir lo que el profesor dice”. Esta sentencia refleja la cultura educacional del aparato escolar colombiano.

Tratamos de copiar o repetir lo que al parecer ha dado éxito en otros países, pero no tenemos en cuenta la cultura educacional de esas naciones. Tampoco reparamos que algunos de esos procesos contradicen nuestra visión del mundo.

Por ejemplo, en Finlandia, en cada clase hay una maestra titular, una maestra asistente y una tercera maestra esperando en un cuarto contiguo. Esta última se encarga de dar clases particulares gratuitas a los alumnos que tienen dificultades; enseñan cinco horas al día.

En ese país no pasa a la universidad quien no obtiene un promedio de 7,5 en 7°, 8° y 9° grados. Cuando esto sucede el alumno debe ir a una escuela vocacional donde estudian oficios como plomería, técnica de belleza o mozo de restaurante.

En Singapur se adoptó el  inglés como idioma oficial y ahora todas las escuelas son bilingües. Allá usan el inglés como primera lengua y las lenguas maternas como segundas. Los exámenes son rigurosos y no hay promoción automática.

De contera, los presupuestos para investigación son altos, mientras que en Colombia durante los últimos cuatro años han caído, según testimonio de la ex directora de Colciencias, Paula Arias.

Mientras tanto, el narcotráfico y la corrupción siguen permeando nuestra sociedad, que junto a las acciones de los actores armados han generado la cultura del dinero fácil, de la triquiñuela, el odio y la venganza. Y, claro, la del todo se vale.

Esta cultura es amparada por algunos medios de comunicación a través de noticias, artículos y programas de entretenimiento. Además de exportar consejeros militares y mercenarios, también exportamos las sagas del narcotráfico disfrazadas en telenovelas o series.

Se necesitan medidas radicales (no extremas, sino que apunten a la raíz), acordes con nuestro ambiente, de todos los sectores de la sociedad. Así la escuela y la universidad se pueden tornar interesantes para reconfortar el espíritu de las personas, abriendo espacios donde la narrativa y la creación literaria, las obras de arte, la creación cultural y artística, sean apreciadas.

Se necesita la “forja de una cultura familiar de la educación” que soporte la formación del conocimiento: la biblioteca familiar, el ambiente de estudio y disciplina. Lo ideal es llegar a una cultura educacional dirigida, para que haya calidad, equidad y paz en Colombia.

*Profesor de la UTB

COLUMNA EMPRESARIAl
JUAN A. MORALES ARRIETA*
jmorales@unitecnologica.edu.co

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