Columna


Dar en el blanco

CRISTO GARCÍA TAPIA

28 de mayo de 2015 12:00 AM

Parar la guerra a punta de bombardeos indiscriminados y permanentes, como ahora dice Santos que la parará, es dispararle a la paz con francotiradores.
Aunque a eso le han apuntado desde el principio, entre el camuflaje y las contradicciones fingidas, no es menos sorprendente que a estas alturas de la negociación venir a dispararle con precisión y dar en el blanco de la Mesa de La Habana, configura el desarrollo puntual del libreto diseñado.

Quien quiera sean los francotiradores: Pinzón, los militares, otros, es a Santos a quien hay que responsabilizar del fraude a los colombianos en el cual va a acabar la negociación de un conflicto en el que son cada vez menos los colombianos a quienes les importa o toca.

Y con el cual han convivido más de medio siglo, o simplemente lo ignoran porque no los ha tocado ni afecta en sus intereses y si tal, habría que ver de qué forma, pues en siendo la guerra un negocio altamente lucrativo importa más como negocio que el estado ideal de convivencia pacífica, trabajo, desarrollo, progreso, inclusión social y democracia efectiva, que implica un país en paz y enlistado en sus dinámicas y lógicas.

Las de la paz, por supuesto, porque las de la guerra son las que conocemos como causas eficientes del estado de precariedades que soportan, reproducen e institucionalizan el conflicto colombiano como modelo político y de gobierno, a la vez que consolida la guerra como el factor preponderante para mantener la confrontación entre colombianos.

Si así no fuere, abrirse al cese bilateral del fuego y a una negociación sin bombardeos indiscriminados y permanentes, ya habría dado con las claves para convenir el fin de la confrontación armada y ensayar, de una vez por todas, el fin del conflicto que dé en una negociación que lleve a parar el ruido mortífero de los fusiles y las bombas y, consecuentemente, a probar con la paz y un modelo más inclusivo en lo político y social.

Cuanto deja entrever todo este episodio de la tregua unilateral del fuego cumplida por la FARC–EP, es que sí reduce y amortigua los efectos del tiroteo, siempre letales en vidas humanas, soldados, guerrilleros, indígenas.
Ideal, si por el otro lado, el del Gobierno, operara la misma lógica y dinámica, pero como no es prioridad alcanzar ese estado ideal que contraviene el libreto establecido, cuanto hay que hacer es acelerar el proceso de desestabilización de la Mesa y llevar, con provocaciones permanentes como la de no cese al fuego bilateral y negociación a punta de tiros y bombas, a que se levante y acabe ahí todo el tropel de una paz negociada.

Porque eso de parar la guerra a punta de bombardeos, es dispararle a la paz.
A mansalva y sobre seguro. 

@CristoGarciaTapia

 

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