Columna


De dadores a damnificados

LIDIA CORCIONE CRESCINI

20 de septiembre de 2016 12:00 AM

Es muy triste ver cómo retrocedemos nuevamente y la inseguridad aborda los rincones de algunas zonas y barrios que habían logrado tranquilidad. Se desató una ola de atracos en todas las esquinas, andenes y restaurantes, que me hace pensar que tenemos que andar desnudos para así no dar “papaya”, como se dice coloquialmente.

Todos queremos saber la hora y controlar el tiempo personal, todos cargamos los documentos que nos identifican, todos nos queremos comunicar y por desgracia en estos momentos eso se ha convertido en caldo de cultivo para los maleantes. Relojes, celulares, bolsos, prendas, billeteras, son las cosas más apetecidas por los delincuentes motorizados que andan al acecho de los transeúntes desprevenidos que se estacionan a comprar algo en un lugar o salen a cumplir su cita de la índole que sea.

Al hijo de un amigo la semana pasada lo encañonaron frente al Club Cartagena y le quitaron el reloj, a una amiga que estaba parada en una esquina le arrancaron el bolso. Gran descaro el de estos hampones; mientras uno tiene la moto encendida, el otro se baja y hace su trabajo e inmediatamente arrancan como alma que lleva el diablo. Este negocio debe acabarse y la modalidad de mototaxismo debe cumplir con unos requisitos más precisos porque no es verdad que nosotros los habitantes de El Laguito, Bocagrande y Castillogrande, que subsidiamos con los excesivos impuestos a gran parte del pueblo cartagenero, nos encimen estás violaciones y pasar de dadores a damnificados.

Ahora lo que más se escucha es: cuidado, no lleves nada al paseo peatonal, ni celular, ni anillo, ni nada de nada y cuidado que hasta los zapatos tenis te pueden quitar.

Lo que sucede no tiene presentación, permitir que esto se repita es por la falta de control y autoridad más grande que estamos viviendo. No hay derecho que esta ciudad, que todos se jactan de llamar La Fantástica, cosa que no le da ni por los tobillos, esté agrietándose con este flagelo.

Vendedores ambulantes, cuidadores de carros, busetas, taxis colectivos, andenes rotos, desniveles de calles, inundaciones, chuzos, negocios a la intemperie, ruido, contaminación visual, auditiva y ambiental; estos barrios son la alfombra de todo el que le dé la gana usarlo y abusarlo. ¿A razón de qué? ¿Quién es la autoridad competente para dar un poco de orden?

Si hoy dejamos acrecentar esta situación, mañana será peor, así que invito a la ciudadanía a ponernos pilas y exigir todo el respaldo de las autoridades para que garanticen el orden y la seguridad de esta zona y de toda la ciudad, donde cada vez más se acrecienta el temor de ser atacados y en ocasiones eliminados.
 

 

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