En estos días me he entretenido leyendo el tomo I de “Gazaperas Gramaticales”, uno de los tantos escritos por Roberto Cadavid Misas, más conocido por el pseudónimo de Argos. Argos se dedicaba principalmente a corregir errores en los que incurrieran otros escritores, ya fueron de origen ortográfico, de construcción gramatical, geográficos o históricos. A estos errores que él cazaba les llamaba gazapos.
Con alguna frecuencia yo me permitía colaborar con Argos con gazapos que creía encontrar en periódicos, revistas y libros. Él los recibía y si consideraba importantes y acertadas mis observaciones, las publicaba, dándome el crédito, o sin dármelo. Para mí era placentero que Argos acogiera mis observaciones.
De todas estas colaboraciones mías, hubo una que me llenó de inmensa satisfacción. Francisco Ricaurte, de Cali, había escrito un comentario en El País, donde hablaba de “las diez tribus perdidas”. Argos, creyendo haber encontrado un gazapo, escribió en su columna: “mi querido Pachito, cuáles diez tribus perdidas; si te refieres a las de Israel eran doce que llevaban el nombre de los doce hijos de Jacob, a saber: Rubén, Simeón, Levi, Judá, Isacar, Zabulón, Gad, Aser, Dan, Neptalí, José, y Benjamín”.
Yo leí eso que Argos creía un gazapo histórico y le escribí una carta para que entendiera que el equivocado era él. Argos, con gran generosidad publicó una columna en la que dijo: “He recibido de mi querido amigo, el erudito cartagenero Rodolfo De La Vega, la siguiente carta:
“Querido y admirado Argos, recientemente usted público lo que consideró un gazapo de Don Francisco Ricaurte, de Cali, cuando en el diario El País se refirió a las diez tribus perdidas. Según su gazapo, si se refiere a las de Israel no son diez sino doce, cuyos nombres corresponden a los doce hijos de Jacob: Rubén, Simeón, Levi, Judá, Isacar, Zabulón, Gad, Aser, Dan, Neptalí, José, y Benjamín. Pero ocurre que a la muerte del rey Salomón el país se dividió en dos reinos; uno que conservó el nombre de Israel con diez tribus, tomó como capital a Samaria y su primer rey fue Jeroboam. El otro reino, el de Judá, conservó como capital a Jerusalén y por consiguiente el templo. Su primer rey fue Roboam, hijo de Salomón.
“Asiria, cuya capital era Nínive, se hizo muy poderosa y dominó a los países vecinos, entre otros a Israel, al que invadió y se llevo cautivas a las diez tribus. Es lo que en la Biblia se llama el cautiverio de Nínive.
“Pasados algunos años Asiria perdió poder y en cambio Babilonia creció, derrotó a Asiria e invadió al reino de Judá. A sus habitantes (las tribus de José y Benjamin) se las llevaron cautivas. Es eso el cautiverio de Babilonia. Los cautivos de Judá se ganaron el aprecio del rey Nabucodonosor, quien les permitió regresar a su país. Las diez tribus cautivas de Nínive nadie sabe qué se hicieron, son llamadas las diez tribus perdidas”.
Enorme satisfacción recibí con la publicación de Argos. Aquello de erudito lo consideré como una enorme generosidad de su parte.
*Asesor Portuario
maalvarez@sprc.com.co
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