Columna


Desfile cívico militar, fiestas y paz

ÁLVARO E. QUINTANA SALCEDO

17 de octubre de 2013 12:02 AM

Desde que se anunció que el día jueves 7 de noviembre no habría desfile de bando, sino un “desfile folklórico de la independencia” y que el 11 de noviembre habría un desfile cívico militar, los cartageneros y cartageneras no dejan de preguntarse al final ¿Qué es lo que habrá?

Y más allá de lo que habrá, en realidad la reflexión es mucho más profunda: ¿Finalmente que es lo que se celebrará?

Está de más discutir acerca de lo que ya muchos han pronunciado con respecto a la pérdida de identidad, de la memoria y del bien inmaterial. Los argumentos son completamente ciertos y válidos. Pero escapa una reflexión importante y que no puede quedar en el tintero.

El nuevo concepto de “desfile cívico militar” acuñado a las fiestas de la independencia se introduce sigilosamente en un contexto ajeno para lo que significan las fiestas populares. El término militar no favorece a la celebración de hechos históricos y cívicos, ni garantiza la movilización ciudadana  y mucho menos contribuye a la construcción de paz en un país que ostenta el título del más violento de Latinoamérica.

¿Cuál es el posible impacto de la presencia militar en la imagen de las fiestas de la independencia?  ¿Con esta mezcla de lo cívico y lo militar sabe la comunidad lo que realmente celebra?

Ya lo decía Saramago “Hasta ahora la humanidad ha sido siempre educada para la guerra, nunca para la paz”. Los gobiernos locales deben orientar una gestión local transparente que en todo tipo de actos favorezca la construcción de una cultura de paz como un hecho imperioso en comunidades vulnerables  propensas a los conflictos.

En Colombia, diferentes organizaciones de base social vienen trabajando en muchos contextos y escenarios de tensión social, con herramientas propias para la construcción de la paz como las fiestas tradicionales, las conmemoraciones populares, patronales, las mingas, festivales y otras formas de expresión cultural. Estos elementos son fuertes mecanismos de unión, de identidad, de inclusión social, que anulan increíblemente las fuerzas violentas y promueven construcciones colectivas, y de convivencia pacífica.

El ritual de la fiesta popular se concibe como un instrumento que posibilita la inclusión y el acercamiento de las distancias sociales de comunidades étnicas y rurales. Estos rituales tienen sus propios elementos para la construcción de la paz, que no necesita ser forzada con la ostentación de desfiles de poderío militar y presencia de armas.

El alcalde y sus funcionarios deben ser lo más transparentes posible sobre los actos de independencia.

Una cosa es conmemorar la independencia con actos militares y otra la fiesta popular. Una mezcla de lo cívico y lo militar en un escenario cultural, es un raro mensaje a una sociedad que no soporta más hechos generadores de violencia. “Ya es hora de que las razones de la fuerza dejen de prevalecer sobre la fuerza de la razón. Ya es hora de que el espíritu positivo de la humanidad que somos se dedique, de una vez, a sanar las innúmeras miserias del mundo”, decía Saramago.

Docente Universitario
alvaroquintana@gestores.com
 

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