Columna


¡Despierta, Cartagena!

AUGUSTO MARTÍNEZ MARTÍNEZ

28 de noviembre de 2017 12:00 AM

No se trata ahora de buscar culpables aquí, para eso existen los órganos de control y las instancias judiciales, que están funcionando bien. El turno es nuestro. 

Lo que ha aflorado y qué bueno que así sea, es que la verdadera crisis de Cartagena es la ausencia de un auténtico liderazgo. La ciudadanía espera y el momento exige, un gran proceso por un liderazgo nuevo, colectivo e incluyente. Descartado el deseo válido de una “revocatoria” lo que cabe ahora por parte de todos los cartageneros es una gran “pellizcatoria”.

¿Con quién? La respuesta contundente es: “sí hay con quien”. Con miles de jóvenes de todos los estratos, con cientos de gestores y actores culturales, con miembros de la academia, con miles de profesionales y empresarios que saben que no puede haber negocios ni empresas sanas en una comunidad enferma.

Es el momento para que se genere un gran cambio generacional sin distingos de estratos y sin exclusiones.

Conciudadanos, Cartagena está en su punto de quiebre y la responsabilidad es de todos, sin excepción.

Proceden unos comicios atípicos en febrero para terminar el periodo. Si es así no dejemos que conviertan a Cartagena como ya se perfila, en campo de batalla de egos y de apetitos electorales y de poder nacionales y locales con elecciones regionales y presidenciales a la vista.  

Se acabó noviembre, entramos en modo Navidades, Año Nuevo y las fiestas de La Candelaria. Si las hubiere “votemos a conciencia, pero ‘no’ botemos la conciencia”.
Si no, señor presidente, demuéstrele a Cartagena que aquí aprendió a bailar, y no nos ponga a bailar con la más fea.

Sea un alcalde elegido o nombrado para terminar periodo, lo que está claro es que  no puede ser ni “el que diga X a nivel nacional ni Y en lo local”.

Lo que la situación de la ciudad requiere es un alcalde de transición que reúna los requisitos de ley más otros especiales que el crucial momento exige y que este a su vez se comprometa a: poner la casa en orden en todo sentido, pero principalmente en lo ético y moral para recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.

Sentar las bases de un cambio profundo en la manera de hacer política (“El corazón de la política tiene que ser el bien común, dijo Monseñor Óscar Urbina”), de administrar bien una ciudad tan compleja como desigual y de manejar como cosa sagrada lo público, que es de todos. 

Liderar para Cartagena un proyecto de ciudad de gran aliento en lo urbano, en lo económico, pero principalmente en lo social para varias administraciones, con una visión de largo alcance hasta celebrar los 500 años en el 2033.  

¡Pellízcate, Cartagena!

 

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